miércoles, 24 de abril de 2013

LOS CINCO ERRORES MÁS COMUNES AL ELEGIR RESIDENCIA GERIÁTRICA

El proceso de búsqueda de una residencia geriátrica suele ser doloroso para los familiares del mayor.  Normalmente la persona anciana ha ingresado en un hospital y al darle el alta no puede volver a su casa; ha empeorado súbitamentede una dolencia previa o ha visto agravado un proceso de demencia (Alzheimer o de otro tipo)  y los familiares no se ven con fuerzas para cuidarle.

Sea como sea, casi siempre los momentos previos al ingreso son difíciles y la familia de la persona mayor se ve obligada a tomar decisiones rápidas.

Esto hace que, en ocasiones la elección de residencia no sea la más adecuada, algo que puede generar con el tiempo preocupaciones y  problemas aún más graves.

Lo mejor sería pensar que se está contratando un servicio muy cualificado que comporta depositar confianza tanto en la residencia como en el equipo de profesionales, y en consecuencia hacerlo de forma tranquila y sosegada.  Por desgracia eso no siempre es posible.

Estos son los cinco errores más comunes que pueden llevar a tomar una decisión inadecuada y que, con un poco de cuidado podrían evitarse (os ofrezco una doble versión en vídeo y en texto, si os gusta, compartidla):


1. Optar por una residencia para la tercera edad cuando  realmente no es la mejor opción.


Resulta muy normal que, una vez el mayor ingresa en la residencia geriátrica la familia se sienta culpable.  En el fondo  piensan que podrían haber cuidado al padre (o madre, o abuela anciana) en casa, y se sienten mal por lo que perciben como un abandono.

Este sentimiento suele ser infundado:  Si tomamos a todas las personas de más de 65 años y los datos de dependencia y discapacidad, alrededor de un 5% recibirán la mejor atención en una residencia, el resto podría vivir perfectamente en un domicilio, si cuenta con apoyo de su familia y/o servicios como teleasistencia, ayuda a domicilio o asiste a un centro de día.  En España hay, más o menos 4 plazas en residencias por cada 100 personas mayores.

Vale la pena dedicar unos minutos a reflexionar.  ¿Es verdaderamente la residencia la mejor solución?

Si piensa sinceramente que no lo es y que el sentimiento de culpa que va a tener está fundamentado, es mejor que intente encontrar otras soluciones ya que, de otra forma, puede acabar sufriendo, haciendo sufrir a su familiar mayor y convirtiéndose en lo que en las residencias conocen como “familiar problemático”, aquél que se queja de todo por sistema,  normalmente sin una causa contrastable.

Los que opten por la residencia deben saber que un cierto sentimiento de culpa es normal y que, una vez depositada la confianza en el equipo de profesionales,  y al ver que la persona mayor se encuentra bien y recibe atenciones que en casa hubiesen sido imposibles, la culpa irá cediendo.

2. “Quedarse con la primera”


Cuando el problema es vivido de forma acuciante los familiares de la persona mayor pueden caer en la tentación de tomar el camino fácil: pedir consejo a algún amigo o a un profesional y quedarse en la primera residencia que visitan.

En España hay más de 4.000 residencias geriátricas con un gran abanico de tamaños, servicios, sistemas de cuidado y precio. Por eso, sería conveniente utilizar, además de los contactos y amistades, una herramienta de búsqueda de plazas libres en residencias como www.inforesidencias.com que nos permita conocer de antemano algunos elementos, precios y servicios de varias residencias de una zona.  Pensemos que no es lo mismo buscar residencia en Barcelona, en Madrid o Valencia que hacerlo en una ciudad mediana o en una zona rural.

Para tomar una decisión adecuada sería recomendable seleccionar y visitar como mínimo tres centros residenciales antes de tomar la decisión.

La visita a los diferentes centros geriátricos es así fundamental por lo que recomendamos bajarse de internet algún guión de ayuda para comparar residencias que nos permita anotar lo que verdaderamente es relevante.
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3. Las falsas expectativas


A pesar de que la mayor parte de personas que viven en una residencia geriátrica en España se encuentran bien y así lo manifiestan en las encuestas de satisfacción, en ocasiones los familiares se sienten defraudados porque la residencia no son lo que ellos esperaban.

Una residencia para la tercera edad es un sustituto del hogar donde las personas mayores reciben servicios de apoyo a las actividades de la vida diaria (AVD).  Aunque muchas ofrezcan algún servicio médico y sanitario, las personas mayores que viven en una residencia para la 3ª edad no están en un hospital.

Las familias que piensen que su familiar será visitado diariamente por un médico o controlado en todas sus constantes de forma continuada deberán asegurarse de que la residencia que elijan ofrece esos servicios o acabarán sintiéndose defraudados.

La familia continua teniendo un papel fundamental una vez el anciano dependiente ingresa en la residencia de mayores.  Es muy importante que visite lo más a menudo posible a su familiar mayor, que atienda los requerimientos de la residencia y que disponga quién acompañará al residente si hay que acudir a visitas médicas hospitalarias o de otro tipo fuera de la residencia.

Salvo que la residencia  lo ofrezca de forma expresa, los acompañamientos fuera del centro no están incluidos en sus servicios.

Además, la residencia geriátrica es un centro abierto de forma que, con excepción de casos en que el mayor sufra demencia u otra afección que haga peligrosas las salidas, los residentes pueden entrar y salir del centro a voluntad.  En la medida en que el centro es abierto, la residencia deberá seguir unos trámites que pueden requerir la intervención de un Juez, cuando alguien, por su propio bien, no pueda salir.

Es muy importante saber qué es una residencia de mayores yqué no es, así nos evitaremos problemas.

4. No leer elcontrato y el reglamento de régimen interior

Todas las residencias (da igual que se presenten como geriátricos, para la tercera edad, mayores, ancianos o con cualquier otra denominación) están obligadas a firmar un contrato con los residentes y sus representantes/familiares (si  los mayores no pueden decidir por sí mismos).

Dependiendo de la residencia, el contrato puede tener más o menos página y puede estar escrito de una forma más clara o compleja.

Sea como sea, el contrato establece cuestiones tan importantes como:

El precio de la residencia.

  • Cómo se incrementará el precio en el tiempo.  Esto puede incluír el IPC o cláusulas que permiten cobrar más si la persona empeora en su estado.
  • Qué incluye el precio y qué no:  Suele haber servicios no incluidos como la peluquería, la podología, el lavado de alguna ropa delicada, las salidas fuera del centro.
  • Si se aplica algún descuento durante el tiempo que el residente pueda estar ingresado en un hospital o desee irse de vacaciones fuera del centro.

Las condiciones de alta y baja en el centro

  • Cuáles son las causas que pueden generar que el residente pueda ser expulsado del centro.
  • Si existe obligación de pre avisar con antelación la decisión de dejar el centro.

La existencia de un periodo de prueba

Además hay un Reglamento de Régimen Interior que contiene, entre otras cosas el horario de vida del centro; el horario de visitas y otros aspectos de funcionamiento.

No haber leído y entendido estos documentos antes de ingresar puede provocar malentendidos ya que la residencia considerará que lo que hay en el Reglamento es conocido por los residentes y familiares.

Un buen consejo es leer conjuntamente con el director de laresidencia, o la persona que nos esté atendiendo, ambos documentos  y plantear en ese momento las dudas.

5. No tener en cuenta la voluntad de la persona mayor que ingresará


Aunque parezca una tontería ya que mucha gente lo daría por supuesto, lo más importante a la hora de decidir el ingreso en una residencia geriátrica es la decisión de la persona mayor que va a ingresar.

Sin embargo, puede suceder que todos vean claro que hay que ingresar a la abuela menos la abuela misma.

Hay que entender que dejar el domicilio para ingresar en un centro geriátrico es un cambio importantísimo y es lógico que la persona lo vea como algo negativo e irreversible.

La solución, como en casi todos los problemas, es hablar sinceramente y entenderse.  El mayor debería visitar la residencia antes del ingreso, debería explicarse en detalle las condiciones de vida y deberíamos entender que la decisión le cueste.  Sabemos que en el fondo lo que le gustaría es “no necesitar una residencia”.

Cuando la persona anciana sufre alguna demencia, como la enfermedad de Alzheimer, debemos saber qué piensa “en la medida de lo posible”.  Es bueno ofrecer opciones siempre que se pueda y, cuando no, pensar en lo que le preferiría si mantuviese la capacidad.

El engaño o el chantaje emocional son muy malos sistemas ya que el mayor que ingresa en la residencia pensando que sólo parará un mes porque “se lo han dicho los hijos”, acabará sufriendo cuando descubra que le han mentido.

Decíamos antes que una buena residencia geriátrica es la mejor solución en un 5% de los casos.  Que cada uno de los que forman parte de ese porcentaje encuentren la adecuada es posible pero hay que intentar evitar los errores y pensar que al final de lo que se trata es de depositar confianza.

Para quien lea este post, un último consejo.  Las normativas, exigencias y requisitos sobre atención a msyores varía de una comuunidad autónoma a otra de forma que las residencias geriátricas de Madrid tienen diferente exigencia de personas, por ejemplo que las residencias de Barcelona.  Esto complica un poco la cosa pero.. es así.

Autor del post Josep de Martí

2 comentarios:

  1. Buenas tardes Josep, te felicito por este artículo tán interesante que has escrito, me ha gustado mucho.
    Un abrazo

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  2. Falta el tener en cuenta si huele a pipi o la cara de mala leche del personal.
    Estos dos factores, que pueden parecer una tintería, no lo son.

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