sábado, 24 de mayo de 2008

HUELGA EN RESIDENCIAS GERIÁTRICAS

Imaginemos que tres hermanas van a la huelga. Las tres quieren lo mismo (ganar más dinero y mejores condiciones laborales) y las tres, por supuesto son buenas personas que, en principio no quieren hacer sufrir a nadie.
Una es controladora aérea. Al día siguiente, su decisión afecta a miles de personas que se quedan atascadas en el aeropuerto. Personas con corbata, mochila o con un bebé en brazos que están muy enfadadas. Hay unos servicios mínimos pero éstos se cumplen “a reglamento”, con lo que casi es peor el remedio que la enfermedad. La huelga en un día aparece en la primera página de los periódicos, en dos, se está negociando con la administración y en tres, se resuelve con más dinero, mejores condiciones o una combinación de ambas. ¿Quién pagará?, en parte los viajeros vía tasas, en parte todos vía impuestos.
La segunda es funcionaria de un juzgado en una comunidad donde la justicia no ha sido transferida. Cuando llevan unos días de huelga la noticia empieza a aparecer en los medios, pero nadie se fija. Los que acuden a los juzgados notan el parón, pero como en proporción son pocos.. Cuando llevan muchos días aparece otra noticia terrible relacionada con el funcionamiento deficiente de algunos juzgados y el tema se hace “mediático”. Finalmente se abre una negociación larga y farragosa que acaba con algo más de dinero y mejores condiciones que pagamos todos a través de los impuestos.
La tercera es gerocultora en una residencia geriátrica privada que tiene alguna plaza financiada por la administración (imaginemos que con un cheque o un concierto que no cubre los costes del servicio). Ella cobra lo que establece el convenio colectivo (menos de una cuarta parte de lo que gana su hermana la controladora y algo más de la mitad que lo que gana la funcionaria de juzgados). Se establecen unos servicios mínimos que dicen que se tiene que funcionar “como en un festivo” (quien los ha redactado no sabe que en un festivo se hace casi lo mismo que en un día normal), o sea que lo huelga no se nota. Muchos residentes y familiares ni se enteran de que la hay salvo por algún adhesivo en la solapa de la bata de un par de auxiliares. Algún medio habla de “huelga en el sector de la dependencia” y la mayor parte de los lectores no saben de qué se trata la noticia. Eso sí, los sindicatos convocantes dicen que ha sido un gran éxito y organizan una manifestación delante de la sede de la patronal desde donde les miran pensando que se han equivocado y que deberían manifestarse ante la sede del Departamento de Servicios Sociales. La empresa piensa que si los precios de concierto y los que pueden cobrar a los usuarios privados fuesen algo más elevados podría contratar empleados más cualificados y mantenerlos en plantilla más tiempo. Que la administración cada vez “apuesta más por la calidad” sin querer pagar lo que cuesta y que como cada vez hay más influencia pública en los precios, el conflicto no está entre trabajadores y empresarios sino entre ambos y la administración. Pero eso da igual. La manifestación acaba y todo sigue igual o un poco peor.
Cuando se encuentren el siguiente fin de semana las tres hermanas la cosa está clara: una traerá langostinos, otra pondrá el vino y la tercera lavará los platos.