jueves, 28 de febrero de 2013

MANERAS DE ENTENDER EL ENDOSE DE LAS PEV


La Generalitat ha decidido que la mejor forma de transmitir a las residencias cómo funcionarán los pagos de las Prestaciones Económicas Vinculadas es convocar una serie de reuniones y explicarlo directamente a los afortunados asistentes.

Quizás sería más “del siglo XXI” poner una información clara y para todos en la web del Departament de Benestar Social i Família.  Quizás sería más “de estado de derecho”, publicar una norma o comunicar a los interesados unas instrucciones. Pero no, la Generalitat parece valorar más la cercanía  y la comunicación verbal.

El problema es que no todas las residencias acreditadas han podido asistir a las reuniones que se llevaron a cabo entre el 19 y el 21 de febrero. Bueno, también es un problema que no todos los que asistieron entendieron lo mismo.

Para ayudar a aclarar las cosas, tres patronales:  ACRA, Upimir y la Unió han hecho llegar a sus asociados sendas circulares en las que les comunican lo que se dijo en la reunión.  De nuevo un problema: o lo entendieron diferente, o no se dijo lo mismo en todas las reuniones, o quienes escriben tienen diferente capacidad de condensación de la información.

Durante los últimos días me han llegado de diferentes personas las circulares y recomiendo la lectura de las tres para poder aclarar un poco las cosas.


La sensación al leerlas es parecida a la que se tiene al leer los Evangelios:  hay varios, todos nos ofrecen un mensaje básicamente igual aunque a veces hay matices e incluso contradicciones.  No soy nadie para opinar sobre la forma en que la Divinidad transmite su mensaje pero sí lo soy para exigir más concreción y seguridad a mis gobernantes.

Centrándome en el mensaje: Está claro que a partir de ahora no es obligatorio endosar las PEVs y que tampoco hay que tomar una opción que afecte a todos los residentes por lo que las residencias podrán acabar teniendo algunas prestaciones endosadas y otras no. 

Queda también claro que la opción, por defecto es el endose.

No es que haya enormes diferencias pero, algunas frases llaman la atención.

En la circular de ACRA se indica que “Mientras no haya resolución administrativa que le reconozca la prestación, el centro puede cobrar al usuario el precio de la plaza privada”.

En la de Upimir se indica “Desde ahora todas las altas y las bajas de residentes que sean beneficiarios de una PEV se deben hacer vía web del Departamento, o sea, a todos los usuarios que tengan reconocida una PEV y no se les haya dado de alta en un establecimiento vía la página web del Departamento se les parará la tramitación del PIA hasta que les conste el alta en un establecimiento adecuado  a su reconocimiento de la Dependencia”.

Si ICASS no decide sacar una instrucción y enviarla a todos los centros acreditados aclarando todos los extremos corremos el grave riesgo de mantener una situación de inseguridad jurídica. 

Por lo menos parece que estamos a 28 de febrero y mañana las residencias concertadas cobrarán lo que toca este mes.

jueves, 21 de febrero de 2013

AGRADECER REGLAMENTARIAMENTE

Nuestros gobernantes tienen con la potestad reglamentaria una relación verdaderamente escatológica.  Y no lo digo por los calificativos con los que vulgarmente nos referimos a las normas que promulgan sino a la forma misma en que las emiten.

Así, cuando un acuerdo estatal del Consejo Teritorial de la Dependencia les impuso la obligación de dictar un decreto de acreditación antes de finalizar 2008, casi todas las comunidades sufrieron un ataque de estreñimiento reglamentario que hasta hoy les dura a las pobres.  Lo mismo les sucede cuando tienen que dictar normas de copago que contemplen la diferenciación entre costes hoteleros y de servicios: parece que se esfuerzan pero.. no sale nada.

En cambio, cuando se trata de promulgar otro tipo de normas les entra una fluidez quasi diarréica.

No es que no sea urgente dictar nuevos reglamentos de participación o regular los comités de ética asistencial.  Pero indudablemente lo es mucho más dictar una norma de acreditación de servicios que llevamos esperando desde hace cinco años y que hubiera sido una pieza clave en el desarrollo de la difunta Ley de Dependencia.

Ahora la Generalitat Valenciana nos ha sorprendido con la elaboración de una de esas normas que parecen más fruto de un retortijón que de la reflexión en tiempos de crisis.  Se trata del "Proyecto de Orden por la que se regula el sistema de quejas, sugerencias y agradecimientos en el ámbito de los centros e instituciones de servicios sociales dependiente de la consellería".

Resulta sorprendente que se quiera reglamentar en un texto de siete páginas qué son, cómo deben formularse, tramitarse y responderse las quejas, sugerencias y ¡los agradecimientos!.  

Para empezar la norma distingue las quejas de las denuncias, solicitudes, recursos y reclamaciones.  Más adelante se establecen unos requisitos de presentación y un filtro para distinguir las denuncias que se presenten bajo apariencia de queja.  Así el artículo 6.3 dice "Si el escrito en el que se formula la queja, sugerencia o agradecimiento, no reúne los requisitos exigidos, o la cumplimentación del impreso es defectuosa, el órgano competente para su respuesta requerirá a la persona interesada para que, en un plazo de diez días, subsane la deficiencia advertida, con la indicación expresa de que, si no lo hiciera, se procederá al archivo de la queja, sugerencia o agradecimiento".

¿Verdad que llama la atención que se pueda archivar un agradecimiento por un defecto formal?

Sigamos con los agradecimientos.  El artículo 13.2 dice que "Los escritos de respuesta a los agradecimientos serán personalizados, estarán redactados de forma clara y sencilla y expresarán tanto la gratitud de la persona remitente por su formulación, como la voluntad de la administración  de continuar en esa línea de calidad en la gestión de los servicios para la adecuada y completa satisfacción de los derechos y necesidades de la ciudadanía".

- ¡Ay Vicenta, estoy tan contenta! En la residencia cuidaron muy bien a mi padre, escribí un agradecimiento y mira que carta tan bonita he recibido.  ¿Tu no estabas contenta también?-

- ¡Que va!  Yo me quejé pero me dijeron que "la cumplimentación del impreso en el que formulé la queja era defectuosa" y me dieron un plazo de diez días  para "subsanar la deficiencia advertida". Total, que me dio pereza y lo dejé.  Pero, déjame mirar tu carta... pues sí que es bonita, ¡Qué claridad y sencillez! "completa satisfacción de derechos y necesidades..".  Me parece que mañana agradeceré algo para recibir una.

¿Es malo que la Generalitat Valenciana regule el agradecimiento?

Probablemente no, pero lo es que para hacerlo elija la fórmula de la "metralleta reglamentaria" que se utiliza para evacuar normas casi idénticas desde diferentes órganos de la administración.

No hace falta buscar demasiado para encontrar en internet la ORDEN de 27 de septiembre de 2007, de la Conselleria de Sanitat, por la que se regulan las quejas, sugerencias y agradecimientos en el ámbito de las instituciones sanitarias dependientes de la Agencia Valenciana de Salud y de la Conselleria de Sanidad.  El proyecto de orden que ahora tratamos es casi un calco de esta que tiene seis años.

¿De verdad es prioritario acometer esta regulación? Y, si lo es, ¿No sería más lógico crear un único sistema  que permitiese al ciudadano conocer que tiene ese derecho, tanto en sanidad como en servicios sociales, educación o seguridad vial?. ¿De verdad hace falta que cada consejería regule esto por su cuenta?

Si alguien pudiera prescribir un antidiarréico reglamentario a nuestras múltiples administraciones, ¡cuánto podrían adelgazar los boletines oficiales!.


domingo, 17 de febrero de 2013

DICECIOCHO AÑOS DESPUÉS DE MIS PRIMEROS CINCO AÑOS

Tengo en un armario una caja, de esas que en las oficinas utilizan para archivar documentos que no se consultan a menudo.  En ella voy poniendo cosas importantes para mí.  Hoy iba a guardar un papel y he visto que estaba tan llena que no cabía nada más.   Intentando localizar cosas que pudiera tirar para hacer sitio me he puesto a mirar el contenido.  Al final he decidido empezar una "caja número 2" y me he quedado en la mesa con un boletín de comunicación interna del Departamento de Benestar Social de la Generalitat de Octubre de 1995 en el que escribí un artículo.  El boletín es verdaderamente rupestre, no más que unas fotocopias dobladas que nos daban a los funcionarios con información quincenal.

Esto es lo que escribí hace dieciocho años:

Creo que todos pasamos por momentos en la vida en los que nos paramos un instante y miramos atrás. Las hojas del calendario pavimentan el suelo y sólo algunos recuerdos brotan sobresaliendo entre la intrascendencia. Las cosas buenas luchan por colocarse en un primer plano de la memoria intentando disolver  los recuerdos amargos que menguan relativizados.   

Pronto hará cinco años desde que empecé a trabajar en el Departamento de Bienestar Social, concretamente como inspector de servicios sociales, lo que en mi caso es casi como decir inspector de residencias para mayores. Mi trabajo podría definirse como un entrometido profesional, una especie de invasor cualificado que entra en casa de los demás i lo mira, mide, pregunta y comprueba todo.  Sería un trabajo menospreciable si no fuera porque su finalidad es que se cumpla la Ley y que las personas que viven en residencias tengan garantizado un trato digno y respetuoso.  Día tras día, centro tras centro el trabajo es esencialmente el mismo.  Resulta sin embargo sorprendente que nunca  nada se repita.  Siempre hay un mayor que te explica algo de su vida anterior al ingreso, una residente que te confunde con un ser querido y te da un abrazo inesperado transmitiendo un amor que aunque es robado, por un momento recibes como propio.  Resulta sorprendente como las personas convertidas en residentes explican a un desconocido cosas que antes hubiesen guardado como un tesoro de su intimidad.

Por eso, cuando imagino estos cinco años, veo un mosaico de piezas desiguales de las que destacan situaciones, personas y momentos.  Me parece ver a la señora Pepita, de 84 años, que vive en una residencia de Osona. En seguida se sabe que fue cantante (guarda una foto preciosa en el dormitorio en la que aparece acompañada por Mari Sanpere) y no hace falta insistir demasiado para que, con una voz que conserva la calidad de quien fue profesional, te regale una aria de Aida o un cuplé de después de la guerra.

Las primeras veces que fui al centro, dedicaba un rato a hablar con ella y preguntarle cómo iba todo.  La última, cuando estaba a punto de irme una voz desde una silla de ruedas me preguntó "¡Qué! ¿Ya no quiere saber nada de mí?".  Aquel día, imperdonable, había hablado con otros residentes  y me había olvidado de la señora Pepita.

También me viene al recuerdo ese hombre de 93 años que pensaba que lo estaban envenenando porque últimamente se olvidaba de algunas cosas y se le iba la cabeza.  Me decía que había luchado en Marruecos, en la guerra civil, había vivido en el exilio y nunca ¡Nunca! había olvidado nada por lo que seguro que sus olvidos se debían a algo que le ponían en la comida.

También el personal de las residencias tienen un lugar en el mosaico.  Es cierto que algunos empresarios miran más la peseta que la asistencia, pero hay muchos más que han modernizado las instalaciones,  preparado al personal y dan servicios de calidad.  En más de una ocasión he visto centros privados que mantienen a usuarios que no podían pagar el precio establecido y personal de residencia que ha pasado días en un hospital acompañando, fuera de su horario y sin cobrar, a un residente sin familia.

Las residencias, por ignorancia o por desinterés tienen un grado de mala fama que es injusta y no responde a la situación real.  Los medios de comunicación sobredimensionan  lo que es extraordinario y, casi nunca hacen público lo que pasa con más frecuencia.  Por eso, cuando, con más o menos fortuna han reflejado una situación  límite, han transmitido a la sociedad la sensación de que las residencias son todas malas.

Repasando mentalmente lo que he conocido, sólo puedo pensar que en cinco años, las cosas han cambiado mucho en el mundo de las residencias, y casi todas a mejor.

La adminstración, que ha hecho un considerable esfuerzo en la creación de plazas públicas, se ha visto acompañada por una sociedad civil que, en forma de órdenes religiosas, fundaciones, cooperativas y asociaciones han tejido una tupida red de servicios  para los que no pueden permanecer en su casa.  Y, al lado de la iniciativa no lucrativa, disponemos actualmente de un sector privado que entiende que el futuro se sitúa en la prestación de servicios de calidad.

Hace cinco años muchos titulares de centros desconocían la existencia de la normativa.  Hoy  es el propio sector el que empuja a la administración hacia el reciclaje y la profesionalización.

Creo que el cambio hacia mejor no se ha hecho gracias a alguien en concreto.  Es un proceso de esfuerzo común que continua y del que, hoy, acompañado por los habitantes de mi memoria, me siento orgulloso de poder formar parte.

Cuántas vueltas da la vida.

Al releer lo que escribí hace dieciocho años me he dado cuenta de que me había olvidado del señor que había luchado en Marruecos.  La señora Pepita Riera, que vivió en la residencia (hoy cerrada) Mas Ricart, sigue allí en el recuerdo.

martes, 12 de febrero de 2013

¿DESATAR O LIBERAR?

Dejé de ser inspector de residencias hace casi trece años y uno de los recuerdos que conservo de los últimos que pasé en ese trabajo es el de una colaboración que tuvimos con la Fiscalía de Girona, sería, calculo hacia 1998, que consistía en hacer visitas conjuntas a las residencias, una fiscal y un inspector, con la finalidad de saber si se aplicaban correctamente las comunicaciones al juzgado de los ingresos de presuntos incapaces y las contenciones.

Por entonces la normativa no mencionaba expresamente las contenciones físicas ni farmacológicas de forma que las inspecciones se limitaban a pedir que hubiese una pauta médica y que se utilizase un medio homologado para aplicarlas.  Después vendrían las prescripciones pautadas, los protocolos, los registros y la conciencia de que, "eso de usar contenciones en residencias" tenía un cariz especial que merecía un control y supervisión exhaustivos.

Quince años después.  La normativa sobre residencias en muchas comunidades autónomas establece unos requisitos restrictivos para el uso de contenciones en residencias y tipifica el uso indebido como una infracción merecedora de sanción.

El trayecto entre la situación de antaño y la de ahora me lleva a pensar en dos cosas.  

La primera es que resulta sorprendente ver cómo en la cabeza de nuestros legisladores existe un ánimo regulador sobre esta cuestión cuando las contenciones se realizan en residencias pero no cuando se ponen en un hospital.  Recientemente me comentaba el director de un centro que un usuario, que en la residencia no tenía ningún sistema de sujeción prescrito, cuando fue trasladado a un hospital vio como, cuando le pusieron una sonda nasogástrica, de forma casi automática le aplicaron una contención en la mano para que no se la arrancase.  Lo curioso es que en el hospital, donde habían pedido a la familia el consentimiento escrito para la sonda, no les hicieron firmar nada sobre la contención.

Estoy seguro que los profesionales que trabajan en hospitales tienen, como mínimo tanta preocupación como los que trabajan en residencias por mantener el bienestar de sus pacientes.  Pero aún estoy más seguro de que no entenderían que un "inspector de hospitales" les hubiera sancionado por la aplicación, sin prescripción y consentimiento expreso, de la contención de la mano.

Así, para empezar tenemos dos realidades.  En la residencial se tiende a la limitación del uso de contenciones, en parte porque los responsables de los centros consideran que es algo bueno, pero sobre todo porque si no lo hacen se enfrentan a posibles sanciones.  En un entorno hospitalario, la reducción en el uso de contenciones surgirá siempre de un ánimo de "hacer mejor" pero no del miedo a ser sancionado.

La segunda cosa que me sorprende es el surgimiento no de uno sino de dos modelos que permiten a las residencias "andar el camino" hacia la reducción y/o eliminación de sujeciones.  Me refiero, por supuesto a "Desatar al anciano" de CEOMA y a "Libera Ger" de la Fundación Cuidados Dignos.

Hace dos años, cuando organizamos las Jornadas anuales de Inforesidencias.com intenté hacer un cara a cara entre el Dr. Burgueño y la Dra. Urrutia, las caras visibles de cada uno de los modelos, pero el primero excusó su participación con lo que no pude obtener la respuesta a la pregunta que buscaba: Si una residencia quiere "andar el camino" ¿que modelo le conviene más escoger?

La respuesta no es baladí ya que ninguno de los dos es barato.  En ambos casos, supone contratar una consultoría, una formación del personal, un acompañamiento y, si se desea, finalmente una certificación.  En ambos casos no se trata únicamente de "quitar contenciones" sino de trabajar de otra forma en la que las contenciones no tienen lugar.  O sea que valdría la pena que alguien pudiese hacer una evaluación de ambos sistemas y la explicase al mundo.

Para complicar un poco más las cosas hay formas nuevas de trabajar y afrontar la atención de los mayores en residencias como la planificación (o atención) centrada en la persona o la Dementia Care Maping (DCM).  Estas no tienen por objetivo principal reducir las contenciones aunque sus promotores dicen que puede ser una consecuencia de su aplicación.

Y en medio de toda esta marea de ideas están los profesionales que, hasta hace poco pensaban que trabajaban bien con sus equipos interdisciplinares, sus programas, protocolos y registros y que, ahora, cuando van a una jornada o curso de los que abundan tanto, se sienten un poco menospreciados ya que salen con la sensación que desde la mesa de ponentes les están diciendo que cuidan mal.

Yo creo que resulta muy enriquecedor para el sector que finalmente aparezcan diferentes "escuelas de pensamiento" tal como sucede en todos los ámbitos de actividad humana mínimamente evolucionados. Es más, me parece que sería positivo que apareciesen más

En algunas jornadas he escuchado defender que las contenciones son tratamientos médicos y cómo tal deberían se tratados, este argumento suele dar de sí ante un foro pero me gustaría, si es que es una tendencia científica, poder leer sobre ella como puedo leer sobre "desatar" o "liberar".  En otros países se  apuesta por modelos de atención a personas mayores en residencias mucho más "desprofesionalizado" que el nuestro pero nadie ha traído un modelo que pueda contrastarse con otros.

El problema para muchos gestores de residencias es que este "florecimiento doctrinal", coincide con una época de grave sequía económica, lo que para muchos es causa de desasosiego.

Creo que la clave para que los diferentes modelos se pudieran contrastar y valorar sería, como en muchas otras ocasiones, pasar el protagonismo a los ciudadanos.  Si de verdad la aplicación de estos modelos producen formas diferentes de atender con distintos resultados sobre la calidad de vida de los usuarios (y quizás con diferentes precios), lo importante será que exista una gran transparencia, que se publiquen estudios y comparaciones.  Que se discuta y se compita y, al final se planteen los modelos a quiénes los van a pagar.

Hasta que llegue esa transparencia los gerentes de centros tendrán que seguir preguntándose ¿desatar, liberar... o quizás racionalizar desde dentro sin ayuda exterior?

Autor del post:  Josep de Martí