lunes, 12 de mayo de 2014

UN PECULIAR MODELO DE VIVIENDA COMPARTIDA PARA MAYORES

En Viena y Alemania funciona una empresa que se llama Buwog y se dedica a la construcción venta y alquiler de viviendas.  No es algo pequeño.  Tiene actualmente unas 55.000 viviendas, y construye unas 700 al año.  La empresa empezó como parte de la administración, se trataba de un organismo dedicado a construir casas para funcionarios.  Después se privatizó.


Lo curioso de esta empresa es una iniciativa que ha puesto en marcha en un edificio construido hace tres años con una subvención de la administración que quería que éste estuviese pegado a la estación de un tren elevado pero sin que el tren se escuchase desde el interior de las viviendas.  La construcción tenía que ser ecológica y, con viviendas a unos precios asequibles.

El tren elevado no se oye desde dentro

El resultado, Am Mühlgrund (Mühlgrundgasse 3 1220 Wien, Austria), fue una construcción futurista  con 54 viviendas de entre 66 y 126 m2 que se alquilan por entre 419 y 1802 Euros al mes con un depósito previo de entre 4.300 y 55.000 Euros (pedimos que nos confirmen lo del depósito y lo hacen sin parpadear).


Vista desde el terrado practicable del edificio
La empresa decidió que, además de esos requisitos de diseño, por lo que ha ganado reconocimientos, dedicaría una parte de la planta baja (300m2 mas 100 de terrazas) a crear una vivienda compartida para ocho personas mayores que decidiesen vivir juntas como si fuese una comuna y contrató a una empresa acreditada de atención domiciliaria para que gestionase la selección de las personas que vivirían allí y canalizase sus necesidades.

Para el proyecto la empresa contó con el apoyo de la asociación Arbeiter-Samariter-Bund (ASB) o asociacion de trabajadores samaritanos.

Lo curioso no es que el piso sea eso: un piso grande donde viven ocho personas, cada una en su habitación, compartiendo una parte de las labores domésticas.   Sino que incluso, de cara a la administración,  no han tenido que pedir ninguna autorización especial a ninguna autoridad social.  Nos insisten que se trata de una vivienda y ya está.


Actualmente viven en la vivienda seis mujeres y dos hombres.  Cada uno ocupa una habitación individual que tienen precios mensuales que oscilan entre los 550€ y los 650€ al mes.  Eso incluye el alquiler de la habitación, el uso de los espacios comunes (que se limpian dos veces a la semana incluido en el precio) y los suministrar (agua, gas, electricidad..).  Todos los servicios no incluidos se pueden contratar con la empresa de ayuda a domicilio que gestiona los ingresos o con otros proveedores.   Para lavarse la ropa hay una habitación con máquinas de lavar y secar y un espacio para tender y planchar la ropa.


Los usuarios son seleccionados por la empresa de SAD que realiza entrevistas a los candidatos, entre personas mayores autónomas que no necesiten de ayudas, e intenta seleccionar a los que se puedan integrar con más facilidad (hasta ahora reconocen haberse equivocado en una ocasión con una persona que se fue al poco de entrar).  Los candidatos saben que podrán vivir en la casa mientras no necesiten atención profesional nocturna.  Si pasan a ser dependientes pero con ayuda a domicilio tienen suficiente, podrán quedarse siempre que sea su voluntad.  El piso es totalmente privado aunque quienes viven en él pueden obtener ayuda a domicilio   financiada por la administración.


Algunos de los convivientes nos dejan ver sus habitaciones y nos llama la atención que no son los típicos espacios ordenados que se ven en las residencias para mayores y apartamentos tutelados sino que, cada uno lo tiene como quiere (algunos bastante desordenado).    Aquí puede verse cómo tiene el cuarto de baño una de las señoras, con ropa colgando de diversos lugares.


Los espacios comunes están más ordenados.  Durante nuestra visita tres señoras están preparándose una ensalada y un plato de arroz.


Las preguntas que plantean los asistentes al viaje oscilan entre cómo se afrontan los posibles convictos que surjan entre los convivientes a qué pasa cuando alguien se pone enfermo.


Las respuestas son que una enfermera coordinadora acude tres veces por semana y que ese día se ponen los asuntos del día a día en común y se intentan resolver los conflictos.  En el tiempo que llevan funcionando no han aparecido conflictos que no se hayan podido solucionar hablando así.


Cuando alguien enferma lo hace como si estuviese en su casa. Si tiene que ir al médico va por su cuenta o acompañada de algún conocido y si necesita ayuda y quiere contratarla lo hace.


Lo que motiva a las personas mayores a querer vivir en este piso compartido es que se trata de personas que vivían solas en casas no adaptadas y con miedo a que, si algún día les pasaba algo, no podrían obtener la ayuda adecuada, a pesar de tener teleasistencia y recibir ayuda a domicilio.  Lo que valoran, una vez viven en la casa es que han encontrado a gente "como ellas" (eso nos dicen que es gracias a la labor de selección).


Como el propietario de la casa es una empresa, les preguntamos cómo va el negocio.  La respuesta es llamativa.  Tardaron 18 meses en llenar este piso con ocho personas por lo que al principio no les resultaba demasiado rentable.  Con la experiencia que tienen ahora, en poco tiempo abrirán otro y esperan tener un grupo en poco tiempo.


Las reacciones entre los asistentes al viaje son encontradas.  Algunos destacan que hemos visto una flor que no hace primavera.  Si en todo Austria sólo hay un centro así, no se puede saber si será algo que prosperará como modelo.  A otros les gusta aunque se preguntan si en España muchas personas mayores optarían por ir a vivir a un piso así.  También hay a quién le disgusta que en un piso que se comparte haya quien tenga el dormitorio como "una leonera".


Desde la organización del viaje quedamos contentos.  Hemos venido a ver modelos diferentes y novedosos.

En esta página web en alemán hay algo más de explicación sobre el edificio



Traemos un regalo para los convivientes agradecidos de que nos hayan enseñado su casa
Con dos de las convivientes y representantes de la empresa de SAD, la constructora y los organizadores del viaje.






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