martes, 26 de agosto de 2014

"JUGANDO" CON LOS DATOS DE LA INSPECCIÓN

La inspección de servicios sociales (básicamente la que vigila el funcionamiento de las residencias de personas mayores) es una de esas actividades que la administración ejerce y utiliza de forma peculiar.

Como trabajé durante casi diez años en la inspección de la Generalitat catalana no puedo evitar tener un cierto sesgo cuando hablo del tema ya que, confieso que fui partícipe de algunos de los vicios que ahora pongo de manifiesto.

Uno de esos vicios es el de las estadísticas. Lo digo porque los datos que se dan sobre números de inspecciones, expedientes sancionadores y sanciones son, digamos, curiosos y, los motivos por el que a veces se difunden los datos, lo son aún más.

Resulta que este verano en una residencia pública un residente vio como una complicación en una úlcera por presión en un dedo del pie degeneraba en una gangrena.

Una denuncia de los familiares sobre la "atención sanitaria"  lleva al Departament de Salud a imponer una multa a la empresa que presta el apoyo a la gestión sanitaria de la residencia.   Ver la noticia.

Aquí es necesario un pequeño paréntesis explicativo para identificar a cada cual:

La residencia es pública de titularidad del ICASS (Generalitat)

Hay una empresa que gestiona la residencia, o sea se encarga de la asistencia a los residentes ofreciéndoles una atención directa (cuidados, actividades, fisioterapia..) e indirecta (cocina, lavandería, limpieza..).   Esta empresa dispone de médicos aunque no pueden recetar medicamentos ni decidir por sí misma si un residente va al hospital.

La atención sanitaria de los residentes corresponde a la Sanidad Pública.

La Sanidad Pública contrata con una entidad privada el Apoyo a la atención sanitaria de los residentes.  O sea, unos equipos que son los que acaban, en coordinación con el médico de la residencia, determinando qué se receta y cuándo hay que derivar a un residente al hospital.

Así las cosas la denuncia y la sanción no tienen nada que ver con la atención "asistencial" a los residentes sino con la sanitaria.

Resulta sorprendente entonces que, al cabo de unos días,  el periódico El País, publique una nueva noticia con estas primeras palabras:

La multa al servicio médico de una residencia geriátrica en el barrio barcelonés de Les Corts por no “tener el control adecuado” de un paciente con demencia senil, que falleció tras un retraso en la asistencia médica recibida, ha puesto sobre la mesa el debate de las inspecciones que realiza la Generalitat.

La noticia, que se presenta con este titular: "Los geriátricos expedientados por Bienestar aumentaron un 18% en 2013" no dicen nada de las inspecciones que el Departamento de Salud realiza en relación a la atención sanitaria que reciben los residentes sino que trata de las que el Departamento de Bienestar Social y Familia hace sobre la atención asistencial de los mismos. O sea, que, de repente el foco de atención se ha trasladado sobre la empresa que gestiona la residencia que, en principio, no tenía nada que ver con el expediente.

Encima, la forma de dar la noticia destila una intencionalidad poco afectuosa con las residencias.  ¿Que puede entender quién sólo lea el titular: "aumento del 18%" en el número de geriátricos expedientados?  Pues que "eso de los geriátricos va de mal en peor".  

Quien lea con un poco más de atención el texto de la noticia verá que eso no es así.   Se nos dice que la inspección realiza más de 4.200 actuaciones de las que 59 acaban en la apertura de un expediente sancionador, o sea, el 1,4%.  No nos dicen cuántos de esos expedientes acaban en sanción.  Lo que sí transmite la noticia (no sabemos si por indicación de la Generalitat o por iniciativa propia) es que en 2013 ha crecido el 18% el número de expedientes, luego las cosas van peor.  ("No dejes que la verdad estropee un buen titular")

A mí ese dato no me dice nada.  ¿Es mucho?

Si no supiese nada más me quedaría con la duda pero resulta que me he puesto a revisas y he encontrado nos datos que presentó un cargo del Departamento en unas jornadas allá por 2006.  Se refiere a las actuaciones de inspección en 2005:



Imaginemos lo diferente que podría haber sido la noticia si, en vez de decir que se ha producido un aumento del número de expedientes en 2013 nos hubiesen dicho que esa cifra se ha reducido en un 44% en los últimos ocho años.

La verdad es que las residencias geriátricas catalanas cada vez funcionan mejor y que, en esa comunidad se ha reducido mucho el número de expedientes sancionadores que se abren.  Y otra verdad es que las residencias siguen prestando un servicio de atención sanitaria a los residentes que, teóricamente, debería prestar la sanidad pública.  Eso seguro que no aparece como noticia.

Autor:  Josep de Martí



viernes, 22 de agosto de 2014

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA FINANCIACIÓN DE LA DEPENDENCIA

Alguien me ha comentado que desde que publiqué el libro "Cómo nos engañaron con la Ley de Dependencia" he dejado de dedicarle espacio en este blog a esa cuestión.

Lo cierto es que este verano he estado leyendo un informe del Tribunal de Cuentas sobre la aplicación de la Ley y he visto lo complicado que puede resultar entender "quién paga qué" en esto de la dependencia.   En otros países estaríamos molestos con el gobierno pero como aquí tenemos varios gobiernos a los que culpar y la culpa no suele ser casi nunca absoluta, el espectáculo de la confusión está servido.

Pensando en todo ello he escrito estas líneas por las que me disculpo por avanzado.  Aseguro a quiénes las lean que he intentado que sean compresibles.  Ya me diréis si lo he conseguido.

Ha pasado mucho tiempo desde que el entonces ministro Caldera nos dijera que la Dependencia se iba a financiar a tercios entre el Estado, las Comunidades Autónomas y los usuarios mediante el copago.  Eso era en 2006, cuando Zapatero acariciaba la Ley de Dependencia como un tesoro que le ayudaría a ganar las elecciones del año siguiente, cosa que acabó ocurriendo.

El texto de la Ley previó un sistema de financiación con cuatro patas:

1.     Un nivel mínimo igual para todos y que asumía el Estado.
2.     Un nivel acordado  entre el Estado y cada Comunidad Autónoma.
3.     La participación de las Comunidades Autónomas que debía ser, como mínimo igual a la del Estado.
4.     La participación de los usuarios, o sea, el copago.


En Enero de 2007 fue poner en marcha la Ley y empezar a hacer aguas.  En poco tiempo aparecieron más dependientes y con más dependencia de los que se había previsto.  Cada comunidad empezó a hacer lo que le dio la gana haciendo imposible armonizar casi nada, el Estado utilizó “eso de la dependencia” como una forma de ayudar a “comunidades amigas” y castigar a las desafectas…

Así las cosas, el primer “tercio” en fallar fue el del copago:  Han pasado siete años y todavía no  ha supuesto más del 12 ó 14% del total.

Sobre el “tercio de las comunidades autónomas”, éste tuvo su polémica particular ya que determinar qué quiere decir “que una parte tiene que poner como mínimo lo que ponga la otra” puede tener una peculiar interpretación.   Según el Estado, cuando la ley  habla de financiar el  sistema siempre lo hace refiriéndose a “cuánto dinero de más” se gasta en relación con 2005. O sea que, lo que una comunidad autónoma estuviera gastando antes de la LAPAD en atender a personas dependientes en residencias, centros de día, o ayuda a domicilio mediante servicios públicos o concertados, no debía tenerse en cuenta en el cálculo sino sólo el “dinero nuevo”.   Haciendo así el cálculo, las comunidades que estuviesen gastando mucho en servicios “caros” (residencias y centros de día) antes de la Ley se veían perjudicada respecto a otra que gastaban menos.   Como versemos después, esta discusión ha ido variando en el tiempo. 

La aportación del Estado para la Dependencia no podría ser menos y plantea su propia controversia.  En primer lugar hay un aspecto que pasa desapercibido para la mayoría y está en la disposición transitoria primera que dice lo siguiente “Durante el período comprendido entre el 1 de enero de 2007 y el 31 de diciembre de 2015, y para favorecer la implantación progresiva del Sistema, la administración General del Estado establecerá anualmente en sus Presupuestos créditos para la celebración de los convenios con las administraciones de las Comunidades Autónomas”.  ¿Qué quiere decir esto exactamente?  ¿Y a partir de entonces? ¿Ya no se reservarán créditos presupuestarios para los convenios?

La discusión parecía interesante hasta que en 2012 una Ley impuso una suspensión en el conocido como nivel acordado de forma que el estado dejó transferir a las Comunidades autónomas una cantidad que en 2011 alcanzaba casi los 300 millones.

Además de esta incógnita futura, ahora mismo se plantea otra. ¿Cómo hay que calcular el dinero que el Estado gasta en dependencia?

Según el sistema actual de financiación de las Comunidades Autónomas, éstas (salvo el País Vasco y Navarra), además de recaudar algunos impuestos propios y cedidos,  reciben del Estado transferencias  para que puedan ejercitar sus competencias.  Algunas transferencias son “finalistas”, o sea que  éstas sólo pueden gastarse en aquello para lo que las han recibido, otras no lo son  y pueden gastarse en lo que cada comunidad considere oportuno.   Además hay unas transferencias “peculiares”.  Son las recogidas en una Ley de 2009 que prevé transferir un dinero a las comunidades autónomas según el número de personas dependientes y potencialmente dependientes.  Esa financiación es peculiar porque, aunque se calcula teniendo en cuenta lo que gastan las comunidades en dependencia, no tiene carácter finalista por lo que cada una puede gastarlo en lo que quiera.  ¿Complicado?  Pues todavía lo es un poquito más.

Como las comunidades autónomas no realizan una contabilidad tan exhaustiva que permita saber “qué dinero” se gasta en cada pago que realizan, no es posible saber en qué gastaron el que han recibido desde 2009 aparentemente para atender la dependencia.  La cifra total es de unos 9.300 millones de Euros por lo que el material para la polémica está servido.

Las Comunidades Autónomas quieren que sólo se compute como financiación del Estado el nivel mínimo y así pueden decir que éste se ha desentendido de la dependencia y que sólo aporta cantidades residuales.   Sin duda ellas gastan mucho e Dependencia pero al Tribunal de Cuentas le ha resultado imposible saber cuánto porque cada una lleva sus cuentas de forma diferente en lo que a dependencia se refiere.

El Estado defiende que, a través de esas transferencias “peculiares” ha ido incrementando su gasto en dependencia pero que algunas comunidades reciben el dinero y lo gastan en otras cosas  llegando a “hacer caja” (o sea, que reciben más de lo que gastan).

Resulta difícil saber quién tiene razón, incluso después de leer un reciente informe del Tribual de Cuentas sobre la aplicación de la Ley de Dependencia.   Lo que sí resulta claro es que esos 9.300 millones de Euros que han recibido las Comunidades para que asumiesen los gastos que genera la dependencia, deberían ser gastados en dependencia y deberían ser computados como “dinero de la dependencia”.

Como la discusion sobre la LAPAD y su aplicación lleva unos cuantos años arrastrándose y los datos se habían ido ofreciendo hasta ahora de una forma, la acusación de cambiar las reglas de cómputo "a mitad del partido" no se han hecho esperar.

Si examinamos lo que el informe del Tribunal de Cuentas ley de Dependencia dice sobre cuánto ha transferido el Estado a las Comunidades Autónomas en concepto de atención a la dependencia y contamos únicamente las partidas “finalista” tenemos un titular “El Estado recorta en dos años un 23% su gasto en dependencia”.  Si incorporamos en la ecuación las “otras” transferencias el titular cambia ligeramente “El Estado gasta en dependencia 500 millones más en 2013 que en 2012” o “El Estado incrementa en dos años su gasto en dependencia un 21%”.

Por supuesto que dar la imagen de un gobierno desalmado que está “recortándolo todo” porque disfruta haciendo daño a la gente débil para enriquecer a sus amigos oligarcas, tiene su público.  Lo tendrá sean cuáles sean los datos y la situación.  Es un hecho, además, que el sistema de la Dependencia atiende ahora a menos beneficiarios, la cuestión es determinar si es justificable y si se ha hecho porque era necesario para defender el interés general.  Estes es un factor a tener en cuenta ya que, para ser justos, debemos comparar la situación actual con la que había antes de entrar en vigor la Ley de Dependencia, no con la que había cuando nos dimos cuenta de que no podíamos, como país, seguir pagando y nadie quería dejarnos dinero.

Yo creo que los gobiernos, tanto el de España como el de algunas comunidades autónomas, que han tomado medidas impopulares pueden y deben ser criticados, pero también reconocidos.

Es cierto que la Ley de Dependencia ha sido mutilada. Pero no lo es menos que con lo mal que se había diseñado, desarrollado e implementado resultaba imposible mantenerla sin cambios o sin una derogación que permitiese crear un nuevo sistema.  Eso lo sabíamos los que trabajamos en este sector desde 2008.  El problema es que en vez de ponerse de acuerdo, como hicieron para aprobarla, los grandes partidos han caído en la tentación de utilizarla como arma arrojadiza.

También es cierto que la situación de España a finales de 2011 era diferente de la actual.  Quizás lo más relevante para evitar la intervención de España fue el compromiso de Mario Draghi de no dejar caer el euro “costase lo que costase”.  Eso no quita que había medidas que debían tomarse y que quizás le costaría las siguientes elecciones al gobierno que las implementase.  Alguna de esas medidas afectaba a la Ley de Dependencia.

Para la mayoría resulta difícil discernir entre partidas “finalistas” y las que no lo son, en cambio resulta muy fácil entender frases como “El gobierno abandona a los dependientes a su suerte”.  Por eso, la discusión sobre hechos y datos resulta difícil en estos tiempos.

Mientras escribo estas líneas me viene a la cabeza la imagen de unos vecinos apedreando a los bomberos que vienen a apagar el fuego que se ha declarado en su edificio porque están rompiendo a hachazos las puertas y ventanas para entrar.  Imagino a un grupo incitando a los demás: “cuando llegaron los bomberos sólo se habían quemado dos plantas y ya llevamos cuatro, o sea que estamos peor con bomberos que sin ellos.  Encima no nos han dejado entrar a rescatar nuestras cosas y nos dicen que el fuego puede durar todavía unas cuantas horas ¡Menudos incompetentes!”.  Después me imagino el fuego apagado.  Se ha quemado una parte importante pero se ha salvado la estructura permitiendo una reconstrucción en vez de un derribo total. En poco tiempo los vecinos volverán a sus casas… ¿y qué dirán de los bomberos?.  Quizás quien inició el incendio grite desde su ventana “¡Qué malos fueron los bomberos que colaboraron en el incendio del edificio!”.  Si lo dice con suficiente entusiasmo y gracia quizás convenza a muchos.  ¡Ay de aquel entonces que defienda a los que, en justicia, salvaron la casa!


Ceo que la historia que imagino es demasiado simplista para hacerla evocativa de la situación actual.  Para que lo sea quizás hay que incluir que el fuego duró más de lo previsto porque algún bombero había robado un trozo de  manguera.  Pero ¿de verdad ese detalle haría cambiar el fondo de la historia?

Autor del post:  Josep de Martí

lunes, 18 de agosto de 2014

DEBATES VERANIEGOS SOBRE MALTRATO EN RESIDENCIAS

Este verano he dedicado un rato a leer otros blogs que tratan sobre atención a personas mayores en residencias y, navegando de uno a otro llegué a http://maltratoalanciano.blogspot.com.es/, un blog en el que una persona que se identifica como Barlovento, explica los maltratos que recibe un familiar suyo en una residencia, cómo ha denunciado al centro ante la inspección y los juzgados y cómo, al parecer los procesos se van dilatando en el tiempo.

Se me ocurrió hacer un comentario en su blog indicando que, sin poder entrar en su caso concreto (que desconozco), sí quería decir que la casi totalidad de residencias geriátricas ofrecen un trato digno y adecuado a sus usuarios.

El (o la) misterioso Barlovento me escribió entonces un mail que contesté y que ha acabado siendo un intercambio epistolar veraniego curioso.

Como me da pena que todo se quede en la intimidad de alguien que no dice quién es y de un servidor, he pensado que nuestro intercambio de mails podría resultar interesante a alguien más por lo que aquí os lo pongo en orden cronológico.

Me gustaría recibir algún comentario:


13 de Agosto

Estimado D. Josep Marti:


Hace unos días usted entró en mi blog y dejo un comentario con el cual coincido y le agradezco.

El motivo de mi correo está relacionado con otro comentario suyo, en el blog del periodista Luis Soria sobre el Grupo Geriatros de residencia privadas de ancianos y la entrada que usted realizó el 14 de julio del presente año. Manifiesta como experto en este tema  que; “ era malo generalizar sobre las residencia”.

Que duda cabe D. Josep que no debemos generalizar, a mi la realidad, el contacto con familias que tienen a sus seres queridos en las residencias y mi propia experiencia, me indican que pocas se salvan y que queda mucho por hacer.

Las residencias en general son un mundo opaco, cuanto más impedimentos para visitar al anciano; más opacidad. La actuación de la justicia en este ámbito cuando hay denuncias parece mirar hacia otro lado y no precisamente hacia el denunciante.

Es la hipocresía de un país que se dice civilizado como el nuestro, que se asombra por maltratar a un animal y se insensibiliza ante el maltrato al anciano en muchos ámbitos. Aquel en el que los servicios de urgencias de los hospitales bronquea a los familiares e incluso avisan a la policía cuando un anciano llega con síntomas de haber sido maltratado desde ese entorno familiar y que mira hacia otro lado cuando provine de un entorno de una residencia de mayores.

Las residencias privadas como modelo de negocio societario, la mayoría carecen de una dirección profesionalizada y en muchos casos ni está cualificada, donde  prima más los objetivos de beneficio, que el bienestar de los ancianos y el trato. Donde los médicos de esas residencias, atienden más a las directrices de la dirección que a la salud de los ancianos, preocupándose más del patrimonio que de su salud.

Lo desproporcional e ilegal que es solicitar garantías adicionales de pago en muchas residencias privadas, como puede ser la vivienda del anciano, subas en función de la enfermedad, etc, etc. Cuando la vivienda es ofrecida a cambio de cuidados; deberá revestir la máxima transparencia y eso no ocurre. Quien habla de esto, habla de la gestión de cuentas de ahorro por parte de la dirección o trabajadora social de estas residencias.

Labor de inspección por la Administración, ¿de qué inspección?, de aquella que cuando van hacerla avisan antes…dando tiempo a ocultar las irregularidades.  

Resumiendo Sr. Martí, los ancianos no interesan comenzando por los propios hijos que ni visitan a sus padres, cómo les va a importar al personal de esas residencias que en la mayoría han accedido a un trabajo sin vocación, cualificación y no les gusta. Reciba un saludo.

Barlovento.

14 de Agosto

Sr.

Muchas gracias por responder directamente a mis comentarios.

Por supuesto que puedo equivocarme pero sigo pensando que la inmensa mayoría de reisdencias prestan un buen servicio y los maltratos son la excepción.

Por supueso que hay un aspecto muy relevante que tiene que ver con la institucionalización.  El hecho de tener que compartir habitación, de estar sometido a unos horarios o de no poder elegir muchas cosas que antes del ingreso formaban parte de la esfera de autonomía, supone un menoscabo a la calidad de vida de los residentes.  Lo bueno sería que nadie necesitase una residencia, o sea que todos los mayores fueran autónomos, heterónomos e independientes.  Por desgracia eso no es así.   Pardiendo de allí, las residencias tienen mucho que hacer para mejorar pero sabiendo que el punto de partida no es necesariamente de maltrato.  Llevo trabajando en este sector desde 1991 y creo que las cosas ham evolucionado mucho desde entonces.

Llevo unos cuantos años organizando viajes para conocer cómo funcionan las residencias en otros países (he podido conocerlas en Alemania, Suiza, Austria, Holanda, Suecia, Dinamarca y Noruega).  En todos estos países, incluso en los que aplican modelos de atención muy centrados en la elección de las personas aparece la visión negativa de las residencias como espacios en los que el mayor pierde su autonomía (le recomiedo leer el libro del abuelo que se escapó por la ventana para cómo se ven los suecos).

Estoy totalmente de acuerdo con usted en que para mejorar, las residencias neceistan más transparencia y en Inforesidencias.com, antes de final de año lanzaremos un indicador de transparencia para potencia que se comparta más información.

Saludos cordiales y gracias de nuevo por su mensaje.

Josep de Martí

15 de Agosto

Estimado Josep Martí

Muchas gracias por su respuesta. En absoluto quiero polemizar con usted, sino dialogar dentro del respeto y la discrepancia.  

Hecha esta aclaración, sí me permite; me da la impresión D. Joseph  por sus respuesta que está echando “balones fuera” a las cuestiones que le planteé y enfocando a problemas triviales presentes en todas las residencias, como son los horarios y/o compartir habitaciones, que seguramente para muchos ancianos es un “problemón”  pero que dista mucho de la cuestión planteada; el maltrato al anciano.

No creo que las residencias tengan esa mala fama, porque las personas pierden su autonomía por las normas  que deben existir en todos los centros ¿qué seria una casa sin normas, horarios o disciplina?.  

Dice usted que: “lo bueno seria que nadie necesitase una residencia”. Creo que esa opción como otras debe ser elegida dentro de ese principio de autonomía de la voluntad cuya elección es única y exclusivamente del anciano. ¿Se respeta esa voluntad?. Claro que con la que está cayendo, antes el abuelo era un estorbo, hoy son un salvavidas para muchas familias.
Me comenta que en sus residencias a finales de año tendrán un indicador de transparencia. ¿Evitará este indicador el maltrato?. ¿Qué hacen en sus residencias para prevenir y evitarlo?.

D. Joseph el maltrato en ancianos institucionalizados es una realidad (a mayor dependencia, más maltrato y negligencias). Existe porque no solo hay maltratadores, sino que otros profesionales bien por acción u omisión lo consienten, prueba de esa realidad oculta es la afloración de denuncias que van en AUMENTO, siendo lugar de referencia algunas residencias de mayores, desconozco sí en inforesidencias se da esas circunstancias.

Reciba un cordial saludo y permítame seguir con mi seudónimo Barlovento, indicativo de cual es mi objetivo hacia el maltrato al anciano y en concreto a la situación personal que estamos viviendo.
Barlovento

15 de Agosto

Apreciado Barlovento,

Me gusta la polémica respetuosa por lo que creo que podemos seguir intercambiando ideas y comentarios.

Yo no tengo ninguna residencias pero sí un portal que trata de residencias.  Es en ese portal en el que introduciremos el indicador de transparencia.

Sobre maltrato, insisto en que el maltrato institucional es el que más me preocupa.  En un seminario que imparto sobre esa cuestión empiezo haciendo una pregunta para entrar en situación:  Si tuvieses que ingresar e una residencia y el director te preguntase “obligatoriamente tiene que elegir una de las dos opciones que le voy a plantear:  prefiere aceptar que ahora mismo le dé un puñetazo en el ojo o que le asigne como compañero de habitación a alguien con demencia que grita toda la noche, se arranca los pañales y le estará siempre revolviendo las cosas de su armario”.   Casi todo el mundo elige el puñetazo.   Utilizo esta historia para decir que a veces algo que no consideramos como maltrato (a quien te ponen como compañero) es percibido como peor que algo que todos consideraríamos como negativo (una agresión).

Digo que me preocupan especialmente este maltrato institucional porque puede afectar a muchos más residentes que el maltrato “llamativo”.

Por supuesto que creo que las residencias deben tener un protocolo de actuación ante sospecha (o confirmación de maltrato).  De hecho conozco muchas que lo tienen.

El maltrato a personas mayores es en sí una cuestión de máxima relevancia y, como dicen los expertos, (por ejemplo http://www.serviciossocialescantabria.org/uploads/documentos%20e%20informes/hablandoMayoresMalosTratos.pdf) la mayor parte de maltratos a mayores se producen en el domicilio de la persona mayor.  Como usted dice, en residencias es más fácil interponer denuncias y, aunque usted crea que sí, las inspecciones no avisan cuando van a hacer una inspección y menos aún si ésta es por denuncia.

Si quiere lo podemos seguir tratando o, podemos poner lo que llevamos escrito en algún foro abierto para que más gente opine.

Saludos cordiales

Josep de Martí

16 de Agosto

Estimado D. Josep:

Muchas gracias por sus palabras e invitarme a intercambiar mi humilde opinión de una persona ajena al mundo de la geriatría, pero con una importante vivencia en sus carnes.
Agradecerle también seguir en el anonimato y “como la buena amistad” en este caso regarlo con estos intercambios de emails y quién sabe con el tiempo descubrir  algún día mi identidad que nada tengo que ocultar.

En referencia al seminario que imparte y la pregunta que hace. ¡¡CARAY!! me lo pone difícil con este ejemplo extremo. Para mi ambos ejemplos son situaciones de maltrato. Con lo cual yo no elegiría, ni recomendaría esa residencia y ya ve; ¡¡HAY TRASPARENCIA!!. Uno cabria preguntarse; sí la dirección sin motivo me pega un golpe en un ojo. ¿Qué hará si le presento una reclamación?...supongo que como todo maltratador negaría los hechos. Creo suponer que ambos estamos de acuerdo que no deben darse ninguna de las dos situaciones. 

En cuanto a las denuncias e inspecciones de los Servicios de la CCAA que me pone.

Ya que usted me cita un ejemplo, le lanzo una pregunta de caso real, sobre la actuación de  los Servicios de Inspección de la CCAA, en la que resido. Como actuaron en mi caso concreto, por tanto hecho real documentado . Dejemos para otra ocasión las denuncias al juzgado que también las hay y siempre con aporte documental de partes de urgencias.

Creo que ambos tenemos claro qué son los LIBROS/HOJAS DE RECLAMACIONES, todo menos de dedicatorias y alabanzas. Después de presentar una queja en el citado libro de reclamaciones de la residencia de mi familiar, la primera vez que lo hacia. ¿Qué hacen esos Servicios de Inspección?. En este Pais de MIEDO E IGNORANCIA me remiten una carta en plan amenazas, indicándome que el centro según la calificación y licencia otorgada; es para personas autónomas… y que tenia que trasladar a mi familiar. Por supuesto faltaría; sin aportar documento alguno de tal aseveración.
Decir al respecto que; esa residencia privada con más de 35 años de existencia, toda una planta es de dependientes; alzheimer, demencias, etc. Mi familiar lleva 24 años y aproximadamente unos 8 siendo dependiente, está en silla de ruedas y tiene un deterioro cognitivo moderado por la pila de años. Mi familiar a fecha de hoy, sigue en ese Centro.  
Espero su respuesta y ya que la cosa va de docencia... razone su respuesta...ja, ja.... y como la calificación según la tipologia del centro da para mucho más aún.
Reciba un afectuoso y cordial saludo D. Josep.
Barlovento

18 de Agosto

Sr o Sra Barlovento,

Como pasa casi siempre con los dilemas éticos, se tienden a plantear de forma que destaque lo extraordinario.  La residencia del dilema del puñetazo no existe pero sirve para hacer pensar.  Yo nunca he trabajado cuidando a personas mayores en una residencia.  Mi experiencia en este sector viene, por un lado desde la vertiente personal al haber tenido a mi abuela viviendo sus últimos dos años en una residencia (ya hace casi veinte años).  Después trabajé en la inspección de servicios sociales de la Generalitat de Cataluña durante casi diez años; ocho como inspector de residencias y dos como jefe de la sección de inspección.  Hace catorce años dejé la administración y me dedico por u nlado a gestionar un portal de internet que ayuda a personas a buscar residencia y por otro a dar clases y conferencias.  También he escrito un libro “Cómo nos engañaron con la ley de Dependencia”.

Le digo todo esto para que vea que tengo un sesgo si hablo de inspección de residencias aunque creo que éste no invalida totalmente lo que le pueda decir.

Durante los diez años como inspector visitaba unas dos residencias cada día por lo que pude ver cosas muy bonitas y alguna que me puso los pelos de punta.  Como dejé de ser inspector el año 2000 mi opinión ya no tiene tanta validez pero ya entonces podía decir que la casi totalidad de las residencias ofrecían servicios correctos y ajustados a lo que cobraban.  Por supuesto que había residencias que no (cada año la Generalitat cerraba algunas y multaba a otras tantas).  Las denuncias, provinientes de familiares era una herramienta de trabajo.

Cuando leo sus líneas veo que usted escribe con un alto grado de implicación emocional ya que está explicando algo que le ha sucedido a un familiar suyo y usted ha vivido personalmente.  Entiendo perfectamente que para usted ese hecho real que tiene documentado debió ser doloroso y no dudo que en su caso hubiese algúna irregularidad o maltrato. También acepto que en su caso la inspección quiso “tirar pelotas fuera”.  De ninguna forma me atrevo a poner en duda lo que ha sido su experiencia.  Lo que sí me atrevo es a mantener que, incluso casos como el del asesino de Olot (que mató a varios residentes), son insuficientes para decir que en las residencias se maltrata de forma generalizada.  No lo digo porque me parezca sino porque durante estos años he tenido contacto y he impartido clases a asociaciones de familiares, de mayores, trabajadores sociales y muchos otros colectivos que me han permitido saber que tenemos, a pesar de un bajo porcentaje de excepciones, un buen nivel de atención en las residencias.

Algo que me ha intrigado mucho en estos años y que en su caso parece producirse es que, entiendo que cuando ingresas a un familiar dependiente en una residencia (porque él mismo no puede tomar la decisión de hacerlo) estás depositando una gran confianza en la institución y sus profesionales.  Si sucede algo que te hace perder la confianza en uno o ambos, ¿te sientes cómodo dejando a tu ser querido allí?  Cuando usted me ha explicado que desde la inspección le dijeron que tenía que trasladar a su familiar me he preguntado “¿Pero no lo había cambiado ya?”.  Se lo digo porque usted me habla de una residencia privada o sea que no tienen ninguna obligación de mantener el ingreso. Entiendo que lo que pasó en la residencia no fue tan grave como para que usted tomase la decisión de cambiar de centro.  Todo esto se lo digo porque hoy la mayor parte de residencias privadas tienen camas libres y la mayor sanción que se le puede imponer a una residencia privada es llevarte a tu familiar de la misma porque no estás satisfecho con el servicio.   Entiendo que si tuviese a mi madre en una residencia y un día viese algo que me pareciese tan grave como para denunciarlo, lo primero que haría es buscar otra residencia o llevármela a casa;  después denunciaría.   Si decido dejarla en el centro será porque no habré considerado el hecho como tan grave, en ese caso, quizás más que una denuncia, intentaría resolver el asunto con la dirección del centro.  Sé que es difícil cambiar a una persona dependiente de residencia y aún más llevársela a casa pero me imagino que más lo debe ser volver “tú” a “tu casa” dejando a un familiar en un lugar en el que le maltratan.

Durante mis años e trabajo he visto en muchas ocasiones a pesonas que se sienten culpables por haber ingresado a un familiar en una residencia y compensan esa culpa ejerciendo un control exhaustivo sobre lo que hace el centro y encontrando defectos en casi todo.  En mi tiempo de inspector atendí a varios familiares así.  Estos familiares solían presentar muchas denuncias y casi siempre consideraban que la  inspección estaba compinchada con la residencia.  Estos familiares casi nunca cambiaban al residente de centro y en muchas ocasiones acumulaban documentación (quejas, denuncias, informes, fotografías…) sobre su famiiliar.   A mí siempre me resulto sorprendente la aparente contradicción entre alguien que demuestra con unos hechos que ha perdido totalmente la confianza en un equipo de profesionales pero, a la vez, deposita en ellos el cuidado de un ser querido frágil.

Estas son mis reflexiones y, como ahora ya he vuelto al trabajo, serán las últimas en relación a este tema.

La verdad me resulta un poco extraño platicar con alguien que oculta su identidad tras un pseudónimo.  

Aún así ha sido una forma interesante de pasar unos días de verano reflexionando sobre algo que me preocupa de verdad:  Cómo hacer que la atención a los mayores que viven en residencias geriátricas en Cataluña o en cualquier otra comunidad sea cada vez mejor. Cómo ser capaces de detectar y actuar sobre el maltrato y como ser capaces de gestionar los poderosos sentimientos que rodean la atención en residencias a mayores y asus familiares.

Estoy seguro, viendo lo vehementemente que defiende su postura, que reclamará ante la inspección y los juzgados por lo que usted y su familiar han vivido.  Esa es otra muestra de que las cosas funcionan más o menos bien.

Saludos cordiales