Acabo de regresar del III Congreso
internacional de residencias y servicios para adultos mayores que ha tenido
lugar estos días en Mérida (Yucatán-México).
Estos congresos son una muy buena ocasión
para complementar los viajes geroasistenciales que organizamos en
Inforesidencias y que nos suelen llevar a visitar países europeos de los que
consideramos “más avanzados” (Suecia, Holanda o Suiza).
La primera vez que fui a México a
impartir un curso hace ocho años fui con la idea de llegar a un país en el que
todo estaba por hacer desde el punto de vista gerontológico. México es un país joven en comparación con
España (9% de mayores de 60 años frente a 23%) y el sector de atención a
mayores dependientes no está muy desarrollado.
No obstante, en las cinco ocasiones
siguientes en las que me han invitado a impartir clases o conferencias he
conocido experiencias, proyectos y realidades que me han hecho entender que los
europeos también tenemos cosas que aprender de México y de América Latina en
general.
Durante este último viaje he conocido a
profesionales de la atención a mayores de Colombia, Argentina, Brasil y
Ecuador, además de muchas ciudades mexicanas.
Por ejemplo al director de una residencia cerca de Bogotá donde la mayor
parte de los residentes conviven con sus mascotas en la habitación sabiendo que
la residencia les ofrece el servicio de paseo de los animales así como la
supervisión de que cumplan todos los requisitos sanitarios. He conocido el caso
de una residencia creada con un modelo hotelero y que se ha transformado en un
verdadero centro sociosanitario; un grupo de empresas y administraciones que
han creado un clúster de turismo sanitario en una zona cercana a la frontera
estadounidense para atraer a mayores de ese país que quieran recibir
tratamiento o realizar la convalecencia en hospitales y residencias de la zona;
además de haber podido ver proyectos de residencias que no tendrían nada que
envidiar a las que he conocido en diferentes países europeos.
Por supuesto que muchos de esos profesionales
se quejan de dejadez por parte de los políticos o de un cierto desinterés por
parte de una sociedad que no ve todavía el envejecimiento como problema social. Pero las quejas contrastan con la cantidad de
proyectos nuevos que he ido conociendo, alguno de los cuales cuentan con la
participación de cadenas de residencias españolas que han encontrado a aliados
mexicanos para implantarse allí.
A mí, en estos años se me ha caído la
venda de los ojos y voy a México con la misma ansia de aprender cosas nuevas
que cuando voy a Estocolmo.
Durante el congreso impartí una
conferencia sobre cómo ha ido evolucionado el modelo de residencia en los
últimos años; sobre los requisitos de personal/ recursos humanos y su
repercusión en la calidad y; sustituyendo a Karin Palmlöf, una profesional
sueca de la que vamos a oír hablar mucho en los próximos tiempos, participé en
una ponencia sobre jardines terapéuticos exponiendo modelos de los que hemos
visto en los viajes geroasistenciales en Estocolmo, Viena o Zürich.
El próximo congreso se celebrará en
Ciudad Juárez (Chihuahua – México) en Septiembre de 2017 y, al tener lugar en
una ciudad que está en la frontera con Estados Unidos, se centrará de forma
importante en la jubilación de estadounidenses en México y las oportunidades de
negocio para empresas extranjeras en ese país.
Si todo sale como está previsto, aún
volveré a tierras mexicanas antes de finalizar el año para asesorar en un
proyecto de envejecimiento activo. Lo
cierto es que el desplazamiento se hace un poco pesado pero es un place
trabajar con los profesionales que hasta ahora he conocido.
Si a alguien le interesa el tema puede ver lo que escribí en 2012 después de volver de otro congreso en México, o sobre una residencia mexicana y lo que escribí en 2009 después de volver de Chile.
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