jueves, 29 de septiembre de 2016

Qué hay que tener en cuenta cuando visitamos a un ser querido en una residencia de mayores


En ocasiones, las personas que tienen a un familiar viviendo en una residencia sufren porque no saben qué hacer o decir durante las visitas.  Puede ser que la relación antes del ingreso fuese algo distante o que sencillamente ésta consistía en encuentros periódicos que se habían convertido en rutinarios.

Qué es recomendable cuando se ingresa


Cuando su ser querido ingresa, es bueno hablar con la dirección del centro, algún miembro del equipo interdisciplinar o, si lo hay, el cuidador de referencia, sobre los criterios que existen en relación con las visitas.

Es muy posible que desde la residencia le pidan información para redactar el Plan de Cuidado del a persona (a veces lo llaman Plan Individual o Plan de Atención Individual), cuando la facilite estaría bien indicar la disponibilidad de los miembros de la familia para realizar visitas.  Toda la información que se facilita al principio sobre la persona, su vida previa al ingreso y sus relaciones sociales, facilita al equipo la preparación del Plan de Cuidado.

Cuestiones básicas durante la visita un ser querido (sobre todo si sufre demencia)


Respetar la privacidad de los residentes. Esto incluye llamar a la puerta antes de entrar en la habitación y salir al pasillo cuando se está proporcionando el cuidado personal. No es necesario que esté presente cuando el residente se cambia o se toma al baño.

Sea cálido en la interacción con su ser querido. Sonría con frecuencia y use el “tacto terapéutico” (puede ser colocar una mano sobre la de la persona querida u otra forma de contacto físico que le permita saber que está acompañada), a menos que la persona en concreto no quiere que lo toquen.

Hay que intentar mantener una conversación positiva y abstenerse de discutir. De lo contrario el residente puede llegar a sentirse confundido, enfadado o deprimido Esto es especialmente importante cuando se visita una persona con demencia.

Qué evitar  en las visitas a residencias de mayores


No lleve mascotas o niños pequeños si no está seguro de que se mantendrán tranquilos. Sobre las mascotas habrá que tener en cuenta las normas de la residencia así como la relación con ese tipo de animal que haya tenido la persona mayor antes del ingreso.  En relación a los niños hay que considerar que si se comportan bien y tenían relación con el residente, pueden proporcionar placer adicional para el mayor por lo que en vez de evitarlo habría que potenciarlo.   Además, también para los niños puede resultar positivo ver a sus abuelos o bisabuelos en la residencia ya que, si nunca los visitan y oyen hablar de la residencia como algo lejano y extraño pueden llegar a generar prejuicios.

No despertar al residente si está durmiendo. Es probable que necesite el sueño y es probable que se sienta desorientado o atontado si lo despertamos de golpe.

No llevar alimentos o bebidas que su ser querido no pueda tomar. Consulte con los profesionales del centro antes.  Es posible que algunos alimentos o bebidas puedan ser perjudiciales por su textura o composición, otros pueden requerir una atención especial si son facilitados.  Por eso, ante la duda, mejor preguntar.  Es posible que algún alimento sea muy significativo para la persona mayor o le evoque recuerdos, en ese caso puede ser muy bueno llevarlo a la visita o que la residencia lo sepa para poder mejorar la experiencia del mayor en el centro.  Lo que sí resulta fundamental es nunca dar de comer a otros residentes, a parte de su familiar sin consultar antes con el personal del centro.

Intentar evitar las visitas en grandes grupos. Esto puede abrumar a los residentes o generarles ansiedad. ¿Cuántos visitantes son demasiados? Esto varía de persona a persona, por lo que habrá que observar el estado de ánimo de su ser querido y cómo ha sido su vida anterior al ingreso.

No permanecer demasiado tiempo. Hay que evitar cansar a su familiar e interferir con los cuidados. Pero, ¿cuánto es demasiado? Eso depende. De nuevo, es diferente para cada residente y de nuevo hay que valorar cómo era la vida del mayor antes del ingreso.  No es lo mismo una hija que veía a su madre cada día durante dos horas que otra que solo la veía cada quince días.

Intente no interrumpir las actividades programadas del residente. Averigüe con el personal cuándo se programan actividades y cuáles son las que prefiere o con las que más disfruta su ser querido. En algunos casos, puede ser positivo sentarse a su lado lado durante alguna actividad; simplemente observar o incluso participar. Cada persona es un mundo y las mejores residencias son las que son capaces de adaptarse más a las necesidades y preferencias de cada residente por lo que lo mejor será preguntar y actuar en consecuencia.

Consejos que pueden facilitar las cosas


Un pequeño detalle que facilita mucho las cosas es el aprenderse los nombres de los profesionales que participan en el cuidado de su ser querido y ser cercano y cálido en su relación con ellos.

Trabajar cuidando a personas mayores que, por muy bien que sean atendidas se van deteriorando es duro cuando el mayor es un ser querido pero también cuando eres un profesional.  Por eso, pequeños detalles como darles las gracias por lo que hacen o mostrar algo de reconocimiento, tienden a hacer el día a día más fácil. 

Respetar al máximo los horarios de visita.  Este es un consejo que tiene dos caras.  Por un lado, cuando se elije una residencia de tercera edad para uno mismo o para un ser querido hay que valorar que los horarios de visitas se ajusten a las necesidades de la persona y sus familiares.  Por eso es una de las preguntas que siempre hay que hacer en el proceso de búsqueda de centro.  Pero, una vez se ha producido el ingreso hay que cumplir los horarios.

Mantenga abiertas las líneas de comunicación. En caso de que surjan problemas durante una visita, intente siempre tratar el tema con su profesional de referencia, responsable o la dirección del centro.  Evite transmitir quejas o reclamaciones al personal cuidador o de limpieza/mantenimiento ya que puede convertirse en una fuente de frustración sin ayudar a solventar las cosas.

Muéstrese colaborador.  En muchos casos vivimos el ingreso de un ser querido en una residencia como un “fracaso personal”.  Pensamos que con más esfuerzo podríamos haber cuidado nosotros al mayor o cosas por el estilo.  La forma de compensar ese sentimiento puede ser convertir las visitas en un momento en el que “encontrar todo mal”.     Lo conveniente es tener unas expectativas razonables sobre lo que es una residencia y saber que cuando algo no es como nos habían dicho, existen unos canales de comunicación.

Aproveche la experiencia para conocer a otras personas y colaborar.  En una residencia conviven personas que tienen algo en común.  Ser familiar de un mayor dependiente y en muchos casos con deterioro cognitivo puede unir si se intenta ser abierto y comunicar.  En algunas residencias se potencia esa comunicación y puede ser que algunos familiares que visiten asiduamente lleguen a conocer a todo el mundo.  Incluso puede ser que familias se pongan de acuerdo para que durante una visita a su madre, de paso, visiten a otra persona que ese día no tiene a nadie.

Muchas residencias de mayores han vivido experiencias en las que una hija o hijo, sigue visitando la residencia durante un tiempo tras el fallecimiento de su madre debido a que, durante la estancia, esas visitas y las personas con las que trtaba se habían convertido en parte de su vida.


Este texto está inspirado en un documento de la web Alzheimer’s Reading Room

jueves, 22 de septiembre de 2016

¿Cotizarán los robots a la Seguridad Social?

Crece el número de mayores mientras disminuye la población en su conjunto con lo que la tendencia se orienta hacia que la proporción entre viejos y jóvenes se decante inexorablemente hacia los primeros.  Un pensamiento que vuelve a mí de forma recurrente desde que he superado los cincuenta.

Sólo hace falta ver las cosas en perspectiva para darse cuenta de lo transitorio de la situación.   Las generaciones que vivimos en la tierra estamos de paso y lo que ahora nos parece un problema acuciante dentro de no mucho será un artículo en una revista de historia demográfica.

Robots trabajando en residencias
Lo que nos pasa es que nos cuesta ver las cosas en perspectiva cuando nuestra realidad nos ancla al suelo del presente de tal forma que lo que nos preocupa es el "pan para hoy" . El "hambre para mañana" lo escondemos bajo la alfombra intentando no pensar en qué pasará cuando finalmente tengamos que afrontarlo, personalmente o a través de nuestros hijos.

En 2016 tengo cincuenta y uno y espero jubilarme razonablemente a los setenta en 2035 (si no muero antes, por supuesto).

El número de personas de más de 65 superará entonces el 25% de una población que llevará veinte años reduciéndose.

Como nuestro sistema de pensiones se basa en que “quien trabaja hoy” paga la pensión a “quien hoy es jubilado” difícilmente en 2035 pueda cobrar una pensión que me permita tener un nivel de vida correcto por lo que mis perspectivas son bastante dudosas.

Intentando imaginar un futuro posible llego al portal Mexicano Meganoticias y leo lo siguiente

Según el último censo de población en Tehuacán existen 274 906 habitantes, de los cuales el 13.5%  son personas mayores de 60 años, o sea, tercera edad, lo que quiere decir que más de 37 mil personas se encuentran en este rango de edad, según el INEGI. Aproximadamente el 60% de estas personas a pesar de encontrarse algunas de ellas pensionadas, jubiladas y retiradas, tienen que buscar alguna actividad para poder llevar una vida modesta en mayor ocasiones se trata de actividades de autoempleo, sin embargo especialistas mencionan que estas personas tienen ventajas como son: estabilidad, compromiso, actitud de servicio y lealtad hacia la empresa, pero debido a las políticas empresariales este grupo de personas no pueden continuar trabajando formalmente.

¿Puede ser que el futuro sea el de unos jubilados subpensionistas que tengan que complementar su pensión haciendo “chapuzas”?

Alguien podrá decirme que esa es la situación actual para muchos de nuestros mayores hoy y que algunos hacen lo que pueden. 

Quizás si esto es así deberíamos ir flexibilizando algo la situación y permitir que el cobro de pensiones de jubilación pueda ser compatible con algunas formas de trabajo.  Se trataría de evitar lo que les ha pasado a los jubilados que han actuado como extras en el rodaje de algunas películas como “Ocho apellidos catalanes” a los que hacienda castigó por haber trabajado y cobrado “en blanco” mientras cobran una pensión.

Por supuesto que aceptar que la única forma de mantener el sistema es el seguir trabajando hasta la exhalación del último aliento es una opción.  También podríamos buscar formas en las que el sistema ingresase más.

La revolución postindustrial está llevando a unos avances que permiten que la inteligencia artificial, los sistemas de “aprendizaje profundo” que dotan a las máquinas de la posibilidad aprender sin intervención humana y el avance exponencial en la capacidad de gestionar cada vez una mayor cantidad de datos.  Pronto permitirán sustituir a millones de personas en actividades que  hasta ahora parecían requerir indispensablemente a un ser humano.

Los coches, camiones y autobuses que podrían conducirse solos a partir de 2030 podrían desplazar a unos 60 millones de personas (la cifra la pongo yo extrapolando que sólo en Estados Unidos se calcula que serían 4 millones) en todo el mundo.  Por supuesto que la experiencia anterior demuestra que la economía se acaba adaptando y quien pierde el trabajo por un avance industrial acaba encontrando otro en un sector nuevo.   

Otro avance que puede tener efectos espectaculares el “el robot costurero”, o sea un robot que sea capaz de seleccionar cortes de tela de varios montones, ponerlos juntos de forma correcta y coserlos para convertir esos retales en una pieza de ropa completa.  Aunque parezca mentira este robot no existe todavía y, cuando lo haga puede dejar sin trabajo a millones de personas que cosen en condiciones pésimas en talleres de China, Vietnam o Myanmar.  Ese robot puede permitir que mucha ropa que se produce en Asia pudiera ser fabricada en Europa o Estados Unidos en “fábricas desiertas” en las que trabajan muy pocos ingenieros y técnicos de mantenimiento. 

En el mundo de las residencias de mayores el avance tecnológico y la sustitución de personas por robots puede tardar algo más pero, no nos engañemos, el avance se está produciendo.

¿Seguimos? La inteligencia artificial puede permitir en pocos años que una cantidad ingente de “trabajo de oficina” se convierta en “automatizable”.  ¿Se imagina alguien hoy que el contable fuese un servicio en la nube que te hablase como lo hacen ahora los móviles?, o más aún ¿Podemos pensar en tener a un “abogado en la nube” que ni siquiera es una persona?  Pues no hace falta imaginar mucho porque casi lo tenemos.

O sea que podemos vislumbrar un futuro en el que seamos menos personas, mucho más viejas, con oportunidades de trabajo para los que estén bien preparados y con una especie de submundo laboral para los no preparados y los jubilados.

¿Suena mal?

Pues habrá que empezar a hacer algo.

Recientemente he leído la iniciativa lanzada en Europa sobre la invención de la figura de la “persona electrónica”, o sea, considerar a algunos robots como personas de forma que puedan pagar cotizaciones a la Seguridad Social.

Es algo de lo que empecé a leer en Enero y que en Junio estaba en la prensa económica.

La idea viene a ser, “si los robots acaban sustituyendo a una parte importante de la mano de obra  y si lo hacen de forma que sea claramente identificable el caso en el que una persona ha sido sustituida por un robot, ¿no sería lógico que esa persona electrónica pagase seguridad social e incluso impuestos?".

Como casi todo en la vida, la cuestión tiene sus pros y sus contras.  Por supuesto sería una forma de generar recursos para pagar pensiones y prestaciones sociales, también se podría valorar como una medida para evitar el ensanchamiento de la desigualdad entre quienes viven de “vender su capacidad de trabajo” y quienes lo hacen “administrando la capacidad de trabajo de otros”.

Pero no todo serían aspectos positivos.  Algunos han visto en la idea una forma oculta de aumentar los impuestos, una iniciativa que lastrará la evolución de la robótica o que supondrá ventajas competitivas para países que decidan sencillamente no aplicarlo. Otros simplemente lo han visto como una excentricidad y, llevando la propuesta a extremos ridículos defienden que con las cotizaciones de los robots deberían pagarse las reparaciones que necesiten éstos (igual que las cotizaciones pagan por la atención médica) o su desguace al final de su vida útil.

Sea como sea, el problema persiste, el tic-tac del reloj demográfico suena y sabemos que antes de ser un artículo en una revista de 2100 (posiblemente escrito por un robot), tendremos que afrontar la situación.


¿Qué vamos a hacer?

lunes, 19 de septiembre de 2016

Buenas prácticas en alimentación a personas mayores en residencias y centros de día

Cada vez más residencias de tercera edad y centros de día hacen cosas más innovadoras e interesantes en la atención a sus usuarios, y algunas de ellas tienen que ver con la alimentación.

Sin duda estamos en el tiempo de la generación y difusión de buenas prácticas y por eso, cuando tuve la ocasión de que Inforesidencias.com colaborase con un prestigioso laboratorio, Ordesa y su línea Font Activ, en la preparación de un premio de buenas prácticas, me entusiasmé.

El resultado es éste: Los premios NutriSenior


Un premio de 10.000 Euros que permitirá al equipo de la residencia o centro de día que presente la buena práctica ganadora, asistir al próximo viaje geroasistencial a Suecia que se celebrará en Junio de 2017 y en el que visitaremos, de nuevo las residencias suecas.




sábado, 10 de septiembre de 2016

Algunas cuestiones éticas.

Voy a poner en marcha un pequeño experimento a ver si puedo dominar a las nuevas tecnologías o ellas acaban dominándome a mí.

Se trata de crear entradas de vídeo en el blog.

Pido paciencia a quienes lo vean ya que, como os podréis dar cuenta, resulta más fácil escribir (repasar, corregir y no publicar hasta que te gusta), que hablarle directamente a una cámara.

Espero vuestro apoyo en forma de algún comentario y, si puede ser, difusión.

Aquí va el primer videopost (para los que queráis leer subtítulos, sepáis que están puestos).


martes, 6 de septiembre de 2016

En el baúl de los recuerdos: lo que decíamos hace diez años

Empieza un nuevo curso y casi todo el mundo hace planes para los próximos meses.  Parece que tenemos la necesidad de intentar saber qué va a pasar.  Estos días he encontrado algo que escribí en 2005 sobre cómo podrían ser las cosas en 2016.

Por aquél entonces no teníamos Ley de Dependencia y la crisis parecía algo que pasaba en otros países.

Os invito a releerlo y, si queréis, a hacer comentarios.

Diciembre 2005


Escribo estas líneas a principios de Diciembre de 2005 y, la verdad es que me ayudaría mucho, para poder hablar de perspectivas del sector, poder escudriñar sólo dos o tres meses en el futuro ya que, con toda seguridad durante este tiempo se desvelará lo que serán de verdad las claves del futuro del sector.

La Ley de la Dependencia (o de la “Autonomía personal”, o de los “seis mil millones de Euros”), sigue su penosa gestación. Digo penosa porque a cada paso queda más enjuta y enclenque. Lo que se anunció como un derecho universal, de universal tendrá el nombre y nada más. Eso será así si hacemos caso al ministro Caldera que en El País de 8 de Diciembre dice que “la admisión al sistema [de dependencia] tiene un filtro en función de la renta y patrimonio. Los que puedan permitirse una asistencia privada no serán incluidos”. Yo creía que algunos servicios públicos, como la sanidad y la educación, eran universales porque se accedía a ellos con independencia del nivel de renta. Incluso creo recordar que en alguna de las innumerables ocasiones en que se nos había explicado desde el gobierno esto de la futura Ley, se nos decía que todos los dependientes podrían acceder al sistema aunque los que pudiesen colaborarían mediante copago en el sostenimiento del mismo. Quizás lo entendí mal.

Espero que lo del “filtro” haya sido un desliz del ministro y que, efectivamente el futuro sistema no establezca barreras de entrada por motivos de renta ya que, en ese caso, el intento de dejar entrar a la clase media en el sistema tendría serios riesgos de fracaso.

Sea como sea, todavía falta que el proyecto de Ley se presente a las Cortes y que éstas lo discutan. El PP ofrece un pacto de estado sobre dependencia y, salga lo que salga se nos avisa de que poner en marcha el sistema llevará unos ocho años. Lo que está claro es que 2006 será el año en que se discutirá en serio la Ley. ¿Mi pronóstico? Aunque espero equivocarme, creo que al final el Sistema Nacional de Dependencia será un sistema de transferencia de fondos a las comunidades autónomas, con una norma básica muy laxa y tantos sistemas reales como comunidades. ¿Llegará a suponer el mantenimiento del sistema el 1% del PIB?, lo dudo. De todas formas, lo sabremos en 2014.

Otro aspecto importante que traerá cola durante el año que empieza es el IV convenio colectivo estatal de residencias y atención domiciliaria y lo que ello comporta para la relación entre asociaciones patronales. De momento la constitución de la mesa de negociación ha sido polémica ya que tenemos una acta firmada por los sindicatos, y las patronales FNM y LARES en que se dice que CEAD ha aceptado una asignación de representantes. Por otro lados CEAD nos dice que no han aceptado de ningún modo el reparto, que están disconformes con el sistema utilizado para acreditar la representatividad de cada patronal y que estudian impugnar la constitución de la mesa.

La pugna no tendría mayor relevancia en otras circunstancias, pero ahora sí. Desde el lado sindical se convocan huelgas en Madrid y Aragón y se exigen incrementos de salarios y reducciones de jornadas que harían aumentar en más de un 25% los costes de las residencias privadas. Esto sería así si se aceptase el planteamiento sindical en la negociación del convenio de Madrid que supone asimilar las condiciones laborales de los trabajadores de residencias privadas con las públicas. Así las cosas, el convenio estatal se presenta algo complicado. Casi todos los empresarios admiten que los salarios son bajos y que cuesta mucho encontrar profesionales preparados que quieran trabajar en el cuidado de personas mayores, pero a la vez ven que existe una relación directa entre los salarios que se pagan y los costes de prestación del servicio (unos costes en los que el primer capítulo es el de personal). Querer ver sólo un lado de la ecuación no es en absoluto razonable pero dar solución al problema puede resultar muy complicado. Sobre todo si pensamos que los cálculos de coste del futuro Sistema Nacional de Dependencia se han hecho basándose en costes actuales y con incrementos ajustados a inflaciones previstas de forma que un aumento muy por encima de IPC de salarios y una reducción considerable de jornada llevarían al traste todos los cálculos efectuados y, posiblemente, la viabilidad misma del sistema.

A principios de año, cuando estas líneas se publiquen, ya se habrá vislumbrado el camino que seguirá la negociación del convenio. También sabremos cómo han acabado las cosas en la comunidad de Madrid. Hasta entonces esperemos que el Espíritu de la Navidad ilumine a los responsables de las asociaciones patronales y de los sindicatos para que encuentren la mejor solución para el sector.

Siguiendo con las claves de futuro, nos esperan unos años de ligera disminución de la demanda objetiva ocasionados por el bache demográfico de los que murieron de niños o no nacieron en los años de la guerra civil. Aún así, es muy posible que otros factores como los bajos niveles de paro femenino y el aumento de renta de los mayores compensen esa circunstancia haciendo que la demanda se mantenga firme. Una cuestión que empezará a dilucidarse durante en 2006 es si la promoción de productos de licuación patrimonial (rentas vitalicias, hipotecas inversas, pensiones hipotecarias..) llegarán a notarse como factores de aumento de demanda solvente. Estos productos (algunos nuevos, otros no tanto) no se están promocionando únicamente como medio de financiación de la dependencia sino más bien como obtención de más recursos para la época de madurez. Aún así pueden tener una gran importancia como creadores de opinión, no olvidemos que, entre las cosas que se nos han dicho de la futura Ley, aparece una vinculación del patrimonio del dependiente en el copago futuro del servicio ¿no viene esto a ser una especie de hipoteca inversa pública? ¿Querrán gestionar directamente las administraciones ese sistema o lo harán instituciones financieras o aseguradoras por encargo de aquellas?

¿Será en el lado de la oferta dónde se produzcan cambios llamativos? Vivimos en un momento en el que, por primera vez existe un número elevado de plazas libres en residencias privadas. Esta puntual sobreoferta no puede solucionarse con una bajada generalizada de precios ya que los márgenes de beneficios tampoco son muy elevados. Así las cosas, la nuevas residencias se preparan para aguantar durante más tiempo del previsto antes de alcanzar el punto de equilibrio mientras que los centros más consolidados, acostumbrados a ocupaciones superiores al 90% se ajustan para subsistir con otras algo inferiores.

En esta situación, seguro que en los próximos doce meses veremos alguna fusión/adquisición entre los grandes y alguna toma de posiciones por parte de empresas hasta ahora ajenas al sector, también continuará el rosario de inauguraciones de aquellos centros que fueron pensados hace cuatro o cinco años cuando los expertos decían que hacían falta miles de nuevas plazas. Hoy, casi todos los grupos han hecho una “parada de reflexión” en sus políticas de expansión, pero, claro, ésta afecta a nuevos proyectos, no a los que ya estaban en marcha.

Las residencias pequeñas y las micro-residencias seguirán viviendo entre unas administraciones que parecen dispuestas a asfixiarlas y muchos clientes que las prefieren a pesar de no poder ofrecer algunos de los servicios y espacios que las más grande sí tienen. Muchos de estos centros de menos de 25 plazas se enfrentarán también, como ya está sucediendo en los últimos años, a la finalización de sus contratos de alquiler y las negativas de renovación por parte de propietarios de inmuebles que han multiplicado su valor en los últimos años.

Otra incógnita que quizá empiece a despejarse el año que empieza es cómo se comercializarán las nuevos productos inmobiliarios dirigidos a personas mayores válidas. Un paseo por cualquiera de las últimas ferias y jornadas nos permitía hacernos a la idea de la gran cantidad de “edificios”, “complejos” e incluso “ciudades” para mayores que se están construyendo sobre todo en las grandes ciudades y en las zonas de costa. Hasta ahora sabemos que los apartamentos para mayores en ciudades empiezan a tener cierta aceptación (sobre todo cuando son de venta de forma que se convierten en una inversión) pero, ¿tendrán éxito esas nuevas promociones? ¿Serán españoles o extranjeros los que acaben viviendo en esos apartamentos y bungalows?

Quizás otro cambio que se irá produciendo en el sector, y en el que no puedo ser neutral, es el del uso de internet por parte de las personas que buscan un servicio (residencia, atención domiciliaria) o un trabajo. Durante 2005 Inforesidencias.com ha celebrado su quinto aniversario alcanzando el medio millón de visitas anuales y las 10.000 búsquedas de servicio. También durante este año han aparecido más webs dirigidas al sector de la atención a personas mayores y rara es la residencia que no disponga de su propio sitio en internet. Creo (y espero) que, a medida que se extienda la sociedad de la información se generalizará el uso de la red como primer medio de búsqueda de servicios.

Fuera del mundo de las residencias, y entrando en los servicios a domicilio, sin duda las administraciones seguirán apostando por la extensión de la teleasistencia. Mientras tanto la atención domiciliaria privada continuará con su peculiar convivencia con la competencia desleal de la economía sumergida y la búsqueda de nuevos campos de actividad, mientras mira de reojo la evolución de la ley de autonomía personal.

Resumiendo: ley de la dependencia, negociación del convenio, ligeros cambios en la oferta y demanda de servicios e internet. Estos pueden ser los factores que afectarán al sector durante el próximo año.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Opinando sobre atención a mayores

Alguna vez me han entrevistado de algún programa de radio o televisión sobre temas relacionados con atención a personas mayores.

Normalmente la entrevista dura varios minutos pero después solo aprovechan un trocito pequeño.

Hace algún tiempo tuve una de esas entrevistas y alguien de Inforesidencias.com  tuvo el detalle de grabarla de forma que la tenemos entera.  La verdad es que no recuerdo para qué canal era.

Hablo sobre atención a mayores y sobre el modelo ACP entre otras cosas.  Lo dejo para vuestra valoración.


Me encantaría poder leer opiniones.