jueves, 29 de septiembre de 2016

Qué hay que tener en cuenta cuando visitamos a un ser querido en una residencia de mayores


En ocasiones, las personas que tienen a un familiar viviendo en una residencia sufren porque no saben qué hacer o decir durante las visitas.  Puede ser que la relación antes del ingreso fuese algo distante o que sencillamente ésta consistía en encuentros periódicos que se habían convertido en rutinarios.

Qué es recomendable cuando se ingresa


Cuando su ser querido ingresa, es bueno hablar con la dirección del centro, algún miembro del equipo interdisciplinar o, si lo hay, el cuidador de referencia, sobre los criterios que existen en relación con las visitas.

Es muy posible que desde la residencia le pidan información para redactar el Plan de Cuidado del a persona (a veces lo llaman Plan Individual o Plan de Atención Individual), cuando la facilite estaría bien indicar la disponibilidad de los miembros de la familia para realizar visitas.  Toda la información que se facilita al principio sobre la persona, su vida previa al ingreso y sus relaciones sociales, facilita al equipo la preparación del Plan de Cuidado.

Cuestiones básicas durante la visita un ser querido (sobre todo si sufre demencia)


Respetar la privacidad de los residentes. Esto incluye llamar a la puerta antes de entrar en la habitación y salir al pasillo cuando se está proporcionando el cuidado personal. No es necesario que esté presente cuando el residente se cambia o se toma al baño.

Sea cálido en la interacción con su ser querido. Sonría con frecuencia y use el “tacto terapéutico” (puede ser colocar una mano sobre la de la persona querida u otra forma de contacto físico que le permita saber que está acompañada), a menos que la persona en concreto no quiere que lo toquen.

Hay que intentar mantener una conversación positiva y abstenerse de discutir. De lo contrario el residente puede llegar a sentirse confundido, enfadado o deprimido Esto es especialmente importante cuando se visita una persona con demencia.

Qué evitar  en las visitas a residencias de mayores


No lleve mascotas o niños pequeños si no está seguro de que se mantendrán tranquilos. Sobre las mascotas habrá que tener en cuenta las normas de la residencia así como la relación con ese tipo de animal que haya tenido la persona mayor antes del ingreso.  En relación a los niños hay que considerar que si se comportan bien y tenían relación con el residente, pueden proporcionar placer adicional para el mayor por lo que en vez de evitarlo habría que potenciarlo.   Además, también para los niños puede resultar positivo ver a sus abuelos o bisabuelos en la residencia ya que, si nunca los visitan y oyen hablar de la residencia como algo lejano y extraño pueden llegar a generar prejuicios.

No despertar al residente si está durmiendo. Es probable que necesite el sueño y es probable que se sienta desorientado o atontado si lo despertamos de golpe.

No llevar alimentos o bebidas que su ser querido no pueda tomar. Consulte con los profesionales del centro antes.  Es posible que algunos alimentos o bebidas puedan ser perjudiciales por su textura o composición, otros pueden requerir una atención especial si son facilitados.  Por eso, ante la duda, mejor preguntar.  Es posible que algún alimento sea muy significativo para la persona mayor o le evoque recuerdos, en ese caso puede ser muy bueno llevarlo a la visita o que la residencia lo sepa para poder mejorar la experiencia del mayor en el centro.  Lo que sí resulta fundamental es nunca dar de comer a otros residentes, a parte de su familiar sin consultar antes con el personal del centro.

Intentar evitar las visitas en grandes grupos. Esto puede abrumar a los residentes o generarles ansiedad. ¿Cuántos visitantes son demasiados? Esto varía de persona a persona, por lo que habrá que observar el estado de ánimo de su ser querido y cómo ha sido su vida anterior al ingreso.

No permanecer demasiado tiempo. Hay que evitar cansar a su familiar e interferir con los cuidados. Pero, ¿cuánto es demasiado? Eso depende. De nuevo, es diferente para cada residente y de nuevo hay que valorar cómo era la vida del mayor antes del ingreso.  No es lo mismo una hija que veía a su madre cada día durante dos horas que otra que solo la veía cada quince días.

Intente no interrumpir las actividades programadas del residente. Averigüe con el personal cuándo se programan actividades y cuáles son las que prefiere o con las que más disfruta su ser querido. En algunos casos, puede ser positivo sentarse a su lado lado durante alguna actividad; simplemente observar o incluso participar. Cada persona es un mundo y las mejores residencias son las que son capaces de adaptarse más a las necesidades y preferencias de cada residente por lo que lo mejor será preguntar y actuar en consecuencia.

Consejos que pueden facilitar las cosas


Un pequeño detalle que facilita mucho las cosas es el aprenderse los nombres de los profesionales que participan en el cuidado de su ser querido y ser cercano y cálido en su relación con ellos.

Trabajar cuidando a personas mayores que, por muy bien que sean atendidas se van deteriorando es duro cuando el mayor es un ser querido pero también cuando eres un profesional.  Por eso, pequeños detalles como darles las gracias por lo que hacen o mostrar algo de reconocimiento, tienden a hacer el día a día más fácil. 

Respetar al máximo los horarios de visita.  Este es un consejo que tiene dos caras.  Por un lado, cuando se elije una residencia de tercera edad para uno mismo o para un ser querido hay que valorar que los horarios de visitas se ajusten a las necesidades de la persona y sus familiares.  Por eso es una de las preguntas que siempre hay que hacer en el proceso de búsqueda de centro.  Pero, una vez se ha producido el ingreso hay que cumplir los horarios.

Mantenga abiertas las líneas de comunicación. En caso de que surjan problemas durante una visita, intente siempre tratar el tema con su profesional de referencia, responsable o la dirección del centro.  Evite transmitir quejas o reclamaciones al personal cuidador o de limpieza/mantenimiento ya que puede convertirse en una fuente de frustración sin ayudar a solventar las cosas.

Muéstrese colaborador.  En muchos casos vivimos el ingreso de un ser querido en una residencia como un “fracaso personal”.  Pensamos que con más esfuerzo podríamos haber cuidado nosotros al mayor o cosas por el estilo.  La forma de compensar ese sentimiento puede ser convertir las visitas en un momento en el que “encontrar todo mal”.     Lo conveniente es tener unas expectativas razonables sobre lo que es una residencia y saber que cuando algo no es como nos habían dicho, existen unos canales de comunicación.

Aproveche la experiencia para conocer a otras personas y colaborar.  En una residencia conviven personas que tienen algo en común.  Ser familiar de un mayor dependiente y en muchos casos con deterioro cognitivo puede unir si se intenta ser abierto y comunicar.  En algunas residencias se potencia esa comunicación y puede ser que algunos familiares que visiten asiduamente lleguen a conocer a todo el mundo.  Incluso puede ser que familias se pongan de acuerdo para que durante una visita a su madre, de paso, visiten a otra persona que ese día no tiene a nadie.

Muchas residencias de mayores han vivido experiencias en las que una hija o hijo, sigue visitando la residencia durante un tiempo tras el fallecimiento de su madre debido a que, durante la estancia, esas visitas y las personas con las que trtaba se habían convertido en parte de su vida.


Este texto está inspirado en un documento de la web Alzheimer’s Reading Room

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