lunes, 2 de enero de 2017

Cuando las personas mayores no disponen de espacios para ellas



La noticia de que el IKEA de Shanghái había restringido la entrada a su cafetería de personas mayores ha llamado la atención en numerosos medios, que se han hecho eco de ella en un tono generalmente humorístico 

La medida se adoptó tras comprobar que todos los martes y los jueves la cafetería de la tienda se había convertido en el punto preferido de encuentro de personas de la tercera edad que buscaban pareja mediante citas a ciegas.  

Los «clientes» compraban café, algo pequeño para acompañar con eso pasaban el día conversando, ocupando una gran parte de los asientos y dejando poco espacio para el resto de clientes.  

La cadena sueca alega que, además, el resto de público se había quejado en repetidas ocasiones, pues se registraban a menudo incidentes como peleas, discusiones e incluso escupitajos.  

Los mayores que allí se reunían alegaron que no tenían donde ir, pues la mayoría de los locales de ocio y restaurantes están ocupados por gente joven y ellos se sienten desplazados, que si tuvieran sitios para ellos, no irían a cafeterías de centros comerciales y que no les importaba desplazarse o pagar más. 

La anécdota, que no deja de ser curiosa e incluso puede despertar alguna sonrisa, pueden dar lugar a interesantes reflexiones.  

La primera es cómo una ciudad de más de 23 millones de habitantes no dispone de sitios donde las personas mayores se sientan cómodas, puedan conocerse y realizar actividades que resultan normales en otras franjas de edad. Resulta realmente chocante y lleva a plantearse si de verdad no existen esos sitios, o es que el acceso no es todo lo fácil que debería, si son caros o si, simplemente, no son integradores. 

En ocasiones he oído decir a más de una persona anciana que no quiere ir al hogar del jubilado porque está lleno de viejos y es un aburrimiento. También lo contrario, que no se quiere ir a un bar, una cafetería o restaurante porque está lleno de gente joven que hace ruido y que ni les gusta la música ni parece que pinten allí nada.  

Las cafeterías y restaurantes, los locales de reunión en general donde la gente joven y de mediana edad se reúnen tienden a cuidar su iluminación, cómo están decorados, ofrecen una carta con bebida y comida, entra y sale gente de diversas edades y costumbres…, en definitiva, es un ambiente que, de manera muy justificada, bastante gente mayor lo prefiere y ve el hogar del jubilado como un reducto aburrido y con los mismos de siempre. Por otra parte, un número considerable de gente mayor, también de manera razonable, preferirá el ambiente familiar y conocido donde, al estar con personas de su generación en exclusiva, se sienten más cómodos.  

Ambas actitudes reflejan una manera de enfrentarse a las relaciones sociales que en el primer caso implican un deseo de ampliar horizontes y no sentirse «viejo de espíritu» y, en el segundo, las ganas de compartir compañía con los amigos de siempre en un ambiente que se considera amigable, frente a otros que se perciben como hostiles.  

En todo caso, es importante reflexionar sobre los lugares para todos y los lugares solo para personas mayores, su uso y cómo la sociedad excluye o incluye según la edad que se tenga o el ambiente en el que la persona se desenvuelva, normalmente por ideas preconcebidas que hacen que a cierta edad no se baile, no se vaya de copas, no se ligue… y quede raro si no se juega la partida de cartas por la tarde y las señoras no van a clases de cocina o cuidan de los nietos. 

Otra reflexión que se plantea en el artículo es la finalidad de las citas de las personas mayores de Shanghái: iban a ligar a la cafetería del IKEA. Aunque resulte curioso, ¿por qué las reuniones de citas a ciegas de jóvenes, divorciados, maduros… se consideran una práctica que se ha puesto de moda para conseguir pareja y si las personas mayores lo hacen se comenta como algo extravagante? 

No se trata de discutir la idoneidad del sitio elegido, probablemente no era el más adecuado, se trata de que nos planteemos si las relaciones sociales de las personas mayores tienden a ser integradoras o la sociedad las relega a sitios concretos, solo para ellas y, por otro lado, no es menos importante pensar en a qué edad deja de tener sentido buscar pareja, porqué se ve de manera poco natural que las personas de edad avanzada quieran seguir haciendo las cosas que hacían antes. 

No dice nada bueno de una sociedad que una parte de las personas sientan que no son bienvenidas en ciertos sitios. Tampoco que sus actividades se vean cuestionadas por los prejuicios generales. Y, seguro, que no tenemos que irnos a Shanghái para ver a nuestro alrededor casos semejantes.  

Combinar las aficiones y el deseo de estar con gentes de la misma edad con las que compartir y hacer planes debería ser algo natural que se hiciera en el sitio donde uno se encuentre más a gusto

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